“Cuando mayor es la ignorancia, mayor es el dogmatismo” William
Osler
Foto: Vicky Peláez |
Para los globalizadores que quieren convertir el mundo en
una aldea dominada por su única y simplificada doctrina occidental de
fundamentos y métodos de conocimiento, la existencia de pueblos con
sus propias fuentes de sabiduría y sus tradiciones, representa un peligro
que puede resquebrajar el Orden Mundial que intentan a imponer en esta tierra.
Para suprimir las tradiciones de los pueblos formados durante muchos siglos
inventan pretextos donde la ignorancia occidental compite con el cinismo
geoeconómico de los que intentan a ser los amos del planeta. Por eso no es
extraño que hayan convertido la hoja de coca en uno de los peligros para la
humanidad sin siquiera tratar de entender las raíces históricas de este cultivo
en los Andes.
Esta intolerancia viene de lejos. No le importó a la
Comisión de Estudio de las Hojas de Coca auspiciada por las Naciones Unidas en
1949 de revisar los 8,000 años de la costumbre en los Andes de masticar hojas
de coca con propósitos medicinales para concluir, después de un año de estudio,
que el masticado de la hoja de coca producía efectos negativos. Así de golpe
los burócratas de las Naciones Unidas rechazaron la sabiduría acumulada
durante 8,000 años por los científicos y los pueblos andinos en un
dictado de 1961 de la Convención Única Sobre los Estupefacientes de la
Organización de las Naciones Unidas (La ONU condenó el masticado de la hoja de
coca, clasificando a esta planta como estupefaciente junto con la cocaína y
heroína y la sometió a control internacional.
Por alguna razón, que podría ser la imposición de los países
desarrollados, las Naciones Unidas no se dieron esfuerzo para revisar cientos
de estudios científicos internacionales que aciertan que la hoja de coca
utilizada en estado natural no representa ningún peligro para la salud y,
clasificarla como estupefaciente carece de bases científicas. Al contrario,
masticar hojas de coca produce efectos estimulantes moderados y puede
reducir el hambre, ayudar a la digestión y combatir el mal de altura que se
produce en lugares elevados en la cordillera de los Andes.
Lo practican diariamente los quechuas, los aimaras y
los chibchas, al igual como lo hicieron los habitantes de Tiahuanaco que
pertenecía a la cultura preincaica (2000 – 1500 A.C.). Desde aquellos tiempos
la hoja de coca ha sido un importante producto de intercambio y control de
diferentes pisos ecológicos. De acuerdo a los cronistas españoles, los cocales
eran propiedad del Inca y él obsequiaba hojas de coca a sus visitantes de otras
etnias y a los líderes de las regiones conquistadas. También se usaba
este cultivo en “los ritos religiosos, como por ejemplo quemar estas hojas para
que el humo suba hasta el cielo de Ataguju, dios creador del cielo y la tierra,
y le dé olor”. Los españoles extirpadores de idolatrías a fines del Siglo XVI
vieron en la hoja de coca un peligro a la evangelización y trataron de
eliminarla. Pero todo fue en vano. Lo reconoció en 1567 el Oidor español Juan
de Matienzo al escribir que ‘’tratar de quitar las hojas de coca es querer que no
haya el Virreinato de Perú’’.
La hoja de coca no es droga y lo está tratando de demostrar
en todos los foros internacionales, el presidente de Bolivia Evo Morales,
exhibiendo toda una variedad de productos que se puede elaborar a base de la
harina de coca, empezando de mermelada, refrescos, tortas y terminando con la
cerveza. Tiene más calcio que la leche y tiene tanto fósforo como el
pescado. En el Perú existe hasta una clínica de nutricionista Maritza Vera que
dice: ‘’100 gramos de la harina de hojas de coca tienen 2,097 miligramos de
calcio: cada tres meses de cura algo. Además de sus 74 alcaloides hasta ahora
sólo se han estudiado 37. Los científicos no saben qué función cumplen, paro
para mí tienen que ser positivas: la papaína es un digestivo; la reserpina
regula la presión y forma osteoblastos, por eso actúa en pacientes con
osteoporosis y hay tantas otras propiedades de la coca que la industria
farmacéutica simplemente ignora”.
Sin embargo, el poder global sigue satanizando la hoja de
coca. Este proceso ya comenzó en 1855 cuando el químico alemán Gaedcke logró
aislar de las hojas un alcaloide que llamó Erythroxyline por el nombre genérico
de la planta. En 1859 otro químico alemán Albert Niemann purificó este
alcaloide y aisló un alcaloide con el nombre de cocaína. Precisamente en
esos días, el químico italiano Angelo Marini elaboró con base de hojas de
coca un vino que se convirtió en un boom en Europa. Hasta el Papa León XIII
prestó su efigie para la etiqueta del vino y el Vaticano otorgó al inventor
italiano la medalla de oro como reconocimiento de su labor por el beneficio a
la salud de la humanidad. Coca-Cola también compra anualmente algo 300
toneladas de la hoja de esta planta para la elaboración de esta bebida,
utilizando las hojas desalcaloidas.
Precisamente en aquellos años se produjo la confusión
deliberada entre las hojas de coca y la cocaína, ignorando que la hoja de coca
no es droga pero puede ser transformada en cocaína. Para eso se requiere una
mezcla de químicos como ácido sulfúrico, acetona, gasolina, diesel,
carbonato de sodio y permanganato de potasio y cemento con que se obtiene la
pasta básica de cocaína y luego de clorhidrato. Para un kilo de clorhidrato se
necesitan 125 kilos de hojas de coca. Sin embargo, en el Occidente persiste la
idea de que se puede ‘’volar’’ masticando una hoja de coca y es una de las
frecuentes preguntas que hacen los turistas europeos o norteamericanos en
Bolivia y el Perú.
Realmente la hoja de coca per se no es problema para la
humanidad sino un alivio a los problemas de nutrición y de salud, mientras que
la cocaína representa un peligro para la humanidad porque se convirtió en una
fuente de enriquecimiento para los narcotraficantes y para muchos gobiernos que
a través de su servicios secretos también utilizan la droga como un instrumento
de poder. Es público el consejo que dio ex jefe del espionaje francés (SDECE)
Alexandre de Marenches a Ronald Reagan indicando que “para desmoralizar y sacar
a los soviéticos de Afganistán se debería inundar sus tropas con droga.
Posteriormente vino el “Iran Contragate” y tantas otras operaciones
encubiertas utilizando cocaína, a ocultas de la opinión pública mundial.
De acuerdo a la estadística de la Oficina de Naciones Unidas
contra Droga y Delito (UNODC) en los Estados Unidos se consume
anualmente, unas 160 toneladas de cocaína, lo que constituye el 37 por
ciento del consumo mundial. En Europa, 130 toneladas (30 por ciento). Si
calculamos que un kilo de cocaína cuesta 2,000 dólares, entonces la ganancia en
el primer caso es de 320 mil millones de dólares y en Europa, 260 mil millones.
Por supuesto, los campesinos que producen las hojas de coca ganan no más de
3,000 dólares por una cosecha, mientras que los narcotraficantes, miles de
millones de dólares haciendo prácticamente imposible erradicar el tráfico de
cocaína.
Mientras tanto la hoja de coca como un alivio al hambre y
desnutrición en el mundo está sacrificada a ser víctima de la cocaína y pagar
todos los pecados de los narcotraficantes y de los poderosos de este mundo.
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