Ho Chi Minh ✆ David Levine |
La razón que tuve al ingresar al Partido Socialista francés
fue que estos “señores y señoras” -como llamaba a mis camaradas en esta época-
mostraron simpatía hacia mí, hacia la lucha de los pueblos oprimidos. Pero no
entendía lo que era un partido o un sindicato, ni lo que era el socialismo o el
comunismo. Había en aquel entonces acaloradas discusiones entre las
diferentes secciones del Partido Socialista sobre la decisión de seguir en la
Segunda Internacional, fundar la Segunda y media Internacional o adherirse a la
Tercera Internacional de Lenin. Asistía con regularidad a las asambleas, dos o
tres veces a la semana, y escuchaba atentamente las discusiones. Al principio
no entendía bien. ¿Por qué las discusiones tan acaloradas? Si con la Segunda,
la Segunda y media o la Tercera Internacional, se podía emprender la
revolución, ¿para qué discutir?
En cuanto a la Primera Internacional ¿qué había ocurrido con ella? Lo que más me interesaba saber -y esto era precisamente lo que no se discutía en las asambleas- era cuál Internacional estaba a favor de los pueblos de los países coloniales. Formulé esta pregunta – la más importante a mi parecer- en una asamblea. Algunos camaradas me contestaron: Es la Tercera Internacional, no la Segunda. Y un camarada me dio a leer la “Tesis sobre las cuestiones nacionales y coloniales” de Lenin publicada en L´Humanité.
En cuanto a la Primera Internacional ¿qué había ocurrido con ella? Lo que más me interesaba saber -y esto era precisamente lo que no se discutía en las asambleas- era cuál Internacional estaba a favor de los pueblos de los países coloniales. Formulé esta pregunta – la más importante a mi parecer- en una asamblea. Algunos camaradas me contestaron: Es la Tercera Internacional, no la Segunda. Y un camarada me dio a leer la “Tesis sobre las cuestiones nacionales y coloniales” de Lenin publicada en L´Humanité.
Había en esa tesis términos políticos difíciles de entender.
Pero a fuerza de leer y releer pude finalmente captarla casi en su totalidad.
¡Cuánta emoción, entusiasmo, claridad y confianza infundió en mi! ¡Lloraba de
alegría! Solo, en mi cuarto, grité como si me estuviera dirigiendo a grandes
masas. “¡Queridos mártires compatriotas! Esto es lo que necesitamos, ¡éste es
el camino de nuestra liberación!”
Después de esto tuve plena confianza en Lenin y en la
Tercera Internacional.
Antes, en las asambleas de mi sección del Partido, sólo escuchaba las discusiones; tenía la vaga creencia de que todas eran lógicas y no podía diferenciar entre quiénes estaban en lo cierto y quiénes en el error. Pero desde este momento, también participé en los debates y discutí con fervor. Aunque todavía me faltaban palabras en francés para expresar mis sentimientos, hice pedazos los alegatos que atacaban a Lenin y la Tercera Internacional con no menos vigor. Mi único argumento era: “Si no condenan el colonialismo, si no apoyan al pueblo colonial, ¿qué clase de revolución piensan emprender?”
Antes, en las asambleas de mi sección del Partido, sólo escuchaba las discusiones; tenía la vaga creencia de que todas eran lógicas y no podía diferenciar entre quiénes estaban en lo cierto y quiénes en el error. Pero desde este momento, también participé en los debates y discutí con fervor. Aunque todavía me faltaban palabras en francés para expresar mis sentimientos, hice pedazos los alegatos que atacaban a Lenin y la Tercera Internacional con no menos vigor. Mi único argumento era: “Si no condenan el colonialismo, si no apoyan al pueblo colonial, ¿qué clase de revolución piensan emprender?”
No sólo tomaba parte en las asambleas de mi propia sección
del partido, sino que también iba a otras secciones para plantear “mi
posición”. Ahora debo decir de nuevo que los camaradas Cachin, Vaillant,
Couturier, Monmousseau, y muchos otro, me ayudaron a ampliar mi cultura.
Finalmente, en el congreso de Tours voté con ellos por la adhesión a la Tercera
Internacional.
En un principio, el patriotismo más que el comunismo me
llevó a tener confianza en Lenin, en la Tercera Internacional. Paso a paso,
durante la lucha, combinando el estudio del marxismo-leninismo con las
actividades prácticas, llegué gradualmente a la conclusión de que sólo el
socialismo y el comunismo pueden liberar de la esclavitud a las naciones
oprimidas y a los trabajadores de todo el mundo.
Existe una leyenda en nuestro país y en China sobre el
milagroso Libro de la Sabiduría. Al consultarlo cuando aparecen grandes
dificultades siempre se encuentra la forma de salir de ellas. El leninismo no
es únicamente un milagroso “libro de sabiduría”, una brújula para nosotros, los
revolucionarios y el pueblo vietnamitas, sino que es también el sol radiante
que ilumina nuestro camino hasta la victoria final, hacia el socialismo y el comunismo.
Artículo escrito en abril de 1960 para
la revista soviética ‘Problemas de
Oriente’, con motivo del decimonoveno aniversario del nacimiento de Lenin.
(Ésta es, por amplio margen, la declaración más sincera hecha por Ho acerca de
sus razones para adherirse al Partido Comunista, y demuestra ampliamente su
enfoque pragmático de los compromisos ideológicos). Este texto ha sido extraído
del título: “Sobre la revolución.
Escritos de Ho Chi Minh” - Selección y prólogo: Bernard B. Fall - Editorial:
Siglo XXI editores