Esto es terrorismo... porque es en Francia |
A veces, la mejor manera de resolver un problema consiste en
plantear de modo diferente los términos del mismo. El análisis de la masacre
del 13N debe comenzar por la pregunta de a quién beneficia la masacre, en vez
de concentrar las energías en establecer quién la perpetró. A esta altura del
partido está claro que entre el fundamentalismo islámico y los servicios de
inteligencia de las potencias capitalista existen innumerables lazos, que hacen
que sea difícil establecer para quién trabaja cada uno.
A modo de ejemplo basta mencionar el papel de los EE.UU financiando a los grupos extremistas que enfrentaron a la invasión soviética a Afganistán, entre los que se contaba Osama bin Laden. Sin caer en la paranoia de las teorías conspirativas, cabe decir que los Estados occidentales han utilizado en numerosas ocasiones al fundamentalismo islámico para cerrarle el paso a movimientos políticos laicos que ponían en riesgo la dominación capitalista sobre los recursos naturales de los países árabes.
Para responder al interrogante de quién sale beneficiado con
la masacre del 13N basta con revisar lo sucedido en casos anteriores. La
experiencia más relevante es la de los atentados del 11 de septiembre de 2001
en EE.UU. Luego de los atentados terroristas, el gobierno norteamericano
multiplicó los instrumentos de control sobre la población civil, a punto tal
que toda circulación de información entre persona que involucre medios
electrónicos pasa por el tamiz de la vigilancia de los organismos del gobierno.
La tortura a prisioneros, el alojamiento de los mismos en prisiones
clandestinas y la prolongación sin término de las detenciones, sin acceso
a abogados defensores ni la sustanciación de un debido proceso, se convirtieron
en práctica corriente. El Estado norteamericano aprovechó los atentados para
lanzar las invasiones sobre Afganistán (2001) e Irak (2003) y para promover un
crecimiento exponencial del presupuesto militar. En síntesis, las acciones de
Al Qaeda proporcionaron la excusa perfecta para la expansión del aparato
represivo del Estado norteamericano.
¿Qué es esto? Sucedió en Siria |
El 13N no es un rayo que cae en cielo sereno. La crisis de
los refugiados que escapan de las diversas guerras que asolan al mundo árabe,
como la crisis de los inmigrantes africanos que huyen de la miseria y de otros
conflictos armados, son consecuencia, entre otras cosas, de la intervención de
los Estados capitalistas aliados con las clases dominantes de esos países. A
esas crisis se suma la situación de estancamiento económico, que hace que una
parte importante de la población de varios Estados europeos enfrente
situaciones de desempleo y marginación. Frente a esta situación, la burguesía
europea eligió la vía de la represión como camino para resolver los problemas.
Represión en lo externo (intervención militar, ya sea directamente o a través
de terceros). Represión en lo interno (medidas contra los inmigrantes y
refugiados).
En este contexto, el 13N representa una preciosa oportunidad
para profundizar la política cuyos rasgos fundamentales fueron esbozados en el
párrafo anterior. El Estado francés (y el Estado norteamericano, el Estado
inglés, etc.) es el beneficiario directo de los atentados, pues cuenta con el
argumento perfecto para acentuar el control sobre la población civil e imponer
un aumento de la militarización de la vida cotidiana. En este sentido, la
acción de los terroristas beneficia directamente a quienes dicen combatir.
El 13N volverá a repetirse indefectiblemente. La acción
terrorista es plenamente funcional al camino político elegido por los Estados
capitalistas. El control de las poblaciones requiere de un chivo expiatorio que
lo justifique. Las guerras interminables se sostienen en la medida en que la
opinión pública se sienta aterrorizada por un enemigo que se encuentra en todas
partes y que a la vez resulta invisible. El 13N permite justificar la política
de represión llevada adelante por los Estados. Este camino conduce a una multiplicación
de las masacres y a una degradación creciente de los derechos y libertades de
los ciudadanos de los Estados occidentales.
Los Estados occidentales no enfrentan al terrorismo, lo
alimentan y se benefician con los actos de barbarie que realiza contra la
población civil. Dichos actos les sirven, a su vez, para ejecutar acciones
criminales contra las poblaciones de los países de Asia y África. Esto no puede
ser detenido con declaraciones de repudio o llamados a la paz entre los
pueblos. El terrorismo, ya sea el estatal o el de las organizaciones
paramilitares, sólo podrá ser enfrentado por medio de la acción política de los
trabajadores, esa inmensa mayoría de la población que no tiene ni voz ni voto
al momento de decidir la política de los Estados.
http://miseriadelasociologia.blogspot.com/ |