Portada de la revista Time dedicada a Karl Marx, febrero 1948 |
Paul Romer
-- Desde
hace más de tres décadas, la macroeconomía está yendo marcha atrás. Su actual
tratamiento no es más creíble que el que existía en la década de los setenta,
aunque nadie lo pone en duda porque es más opaco. Los teóricos de la
macroeconomía rechazan hechos probados fingiendo una ignorancia obtusa sobre
afirmaciones tan simples como "las políticas monetarias estrictas pueden
provocar una recesión". Sus modelos atribuyen las fluctuaciones de los
valores a fuerzas causales imaginarias sobre las que no influye la acción de
ninguna persona.
-- Lee
Smolin comienza en Las dudas de la física en el siglo XXI señalando que
su carrera abarcó el último cuarto de siglo en la historia de la física,
periodo en el que este campo no realizó ningún progreso en cuanto a la
resolución de sus problemas fundamentales. El problema de la macroeconomía es
todavía peor, puesto que yo he sido testigo de más de tres décadas de regresión
intelectual.
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-- Los
modelos macroeconómicos actuales emplean hipótesis increíbles para llegar a
conclusiones desconcertantes. Los
macroeconomistas se acomodaron a la idea de que las fluctuaciones de los
agregados económicos estaban causadas por una conmoción imaginaria, en lugar de
por acciones de las personas.
Si alguien se hubiera tomado los fundamentos en serio nos habríamos evitado las teorizaciones perezosas
-- Si
alguien se hubiera tomado los fundamentos en serio nos habríamos evitado las
teorizaciones perezosas. Supongamos que un economista cree que un atasco de
tráfico es una metáfora de las fluctuaciones económicas o una causa literal de
esas fluctuaciones. Evidentemente, lo que habría que hacer después sería
reconocer que los conductores toman decisiones sobre cuándo y cómo conducir, y
que de la interacción de estas decisiones emergerían fluctuaciones
aparentemente aleatorias en el agregado del tráfico. Esta sería una manera
razonable de considerar una fluctuación, pero lo que resulta absolutamente
contradictorio es suponer que existen conmociones imaginarias de tráfico que no
están provocadas por nadie. Como respuesta a esta reflexión. que afirma que las
conmociones son imaginarias, la defensa estándar evoca la afirmación
metodológica de Milton Friedman (1953) extraída de una fuente anónima que dice:
"Cuanto más importante es la teoría, más irreales son sus supuestos".
Más recientemente parece que "todos los modelos son falsos" se ha
convertido en la frase universal para desestimar cualquier factor que no se
ajuste al modelo favorito del momento.
-- Existen
paralelismos sorprendentes entre las características de la teoría de
cuerdas establecida en la física de partículas, y la macroeconomía.
Reproduciré aquí una lista que Smolin presenta con siete características
distintivas de los teóricos de las cuerdas: 1) Una enorme confianza en sí
mismos; 2) Una comunidad extraordinariamente monolítica; 3) Un sentido de
identificación con el grupo similar a la identificación con una fe religiosa o
una plataforma política; 4) Un sentido muy marcado de la frontera entre el
grupo y otros expertos; 5) Una falta de interés y hacer caso omiso de las
ideas, opiniones y trabajo de los expertos que no forman parte del grupo; 6)
Una tendencia a interpretar las pruebas de manera optimista, de creer
afirmaciones exageradas o incompletas sobre resultados, y desestimar la
posibilidad de que la teoría sea errónea; 7) Una falta de comprensión sobre el
grado en que un programa de investigación debe incluir el riesgo.
La
conjetura que sugiere este paralelismo es que los avances que se producen tanto
en la teoría de cuerdas como en la macroeconomía ilustran un fallo
general de un campo científico que depende de la teoría matemática. Las
condiciones para el fallo se dan cuando unos pocos investigadores con talento
consiguen ser respetados por sus legítimas contribuciones para elaborar modelos
matemáticos de vanguardia. La admiración se convierte en deferencia hacia esos
líderes y la deferencia causa que otras personas remen en la misma dirección
que recomiendan los líderes. La conformidad con los hechos ya no es necesaria
como elemento coordinador porque la supervisión de una autoridad puede
coordinar los esfuerzos de muchos investigadores. Como resultado, si los hechos
se disocian de la visión teórica sancionada oficialmente, se subordinan a ella.
Y antes o después las pruebas dejan de ser relevantes. El progreso en este campo
se juzga por la pureza de las teorías matemáticas que las autoridades aprueban.
En la distribución de opiniones sobre el estado de la macroeconomía, la evaluación que hago de su regresión hacia la pseudociencia se sitúa en el extremo inferior
-- En
la distribución de opiniones sobre el estado de la macroeconomía, la evaluación
que hago de su regresión hacia la pseudociencia se sitúa en el extremo
inferior. Una pregunta natural es por qué hay tan pocas voces que afirman lo
mismo que yo, y si mi observación es tan extraña que no merece ser tenida en
cuenta.
-- Parece
razonable asumir que todos los economistas tienen las mismas preferencias: a
todos nos gusta hacer bien nuestro trabajo. Hacer bien nuestro trabajo
significa discrepar abiertamente cuando alguien afirma algo que parece
incorrecto. Cuando la persona que afirma algo que parece incorrecto es el líder
reverenciado de un grupo con las características de la lista de Smolin, se paga
un precio por discrepar abiertamente. Este precio es menor para mí porque ya no
soy un académico sino un practicante, y con esto quiero decir que pretendo que
el conocimiento de utilidad sirva para algo. Me importa muy poco si vuelvo a publicar
en las prestigiosas revistas económicas o si me rinden homenajes profesionales,
porque ninguno me ayudará a conseguir mis objetivos profesionales. Por eso, las
típicas amenazas que hacen los miembros de un grupo con las características de
Smolin no son pertinentes en mi caso.
-- Algunos
economistas que están de acuerdo conmigo con el estado de la macroeconomía, en
conversaciones privadas, nunca lo admitirán en público. Aun así, algunos de
ellos quieren disuadirme de discrepar abiertamente y esto requiere otra
explicación. Puede que piensen que también ellos pagarán el precio si tienen
que ser testigos de la desagradable reacción que las críticas a un líder
reverenciado pueden provocar. No hay duda de que las emociones están a flor de
piel. Algunos economistas amigos míos parecen haber asimilado una norma
propuesta de manera activa por los macroeconomistas posrealistas (que criticar
abiertamente a una autoridad reverenciada es una gravísima violación de un
cierto código de honor), y que ni los hechos son falsos, ni las predicciones
son incorrectas, ni los modelos que no tienen sentido son lo suficientemente
importantes como para preocuparse. Una norma que sitúa la autoridad por encima
de la crítica ayuda a que las personas cooperen como miembros de un campo de fe
que persigue objetivos políticos, morales o religiosos.
-- La
ciencia, y todos los demás campos de investigación surgidos de la Ilustración,
sobreviven gracias a que "ponemos el indicador a cero" cuando se
trata de estos sentidos morales innatos. Sus miembros están convencidos de que
nada es sagrado y que siempre se debe cuestionar la autoridad. En este sentido,
Voltaire es más importante para la fundación intelectual de los campos de
investigación durante la Ilustración que Descartes o Newton. Al rechazar
cualquier dependencia de la autoridad central, los miembros de un campo de
investigación sólo pueden coordinar sus esfuerzos independientes si mantienen
un compromiso inquebrantable por continuar buscando la verdad, definida de
manera imperfecta como el consenso aproximado que surge de la evaluación
independiente de los hechos y la lógica difundidos públicamente; evaluaciones
que realizan personas que honran las discrepancias bien elaboradas, que aceptan
su propia falibilidad y que aprovechan cualquier oportunidad de subvertir toda
reivindicación de autoridad, por no decir toda reivindicación de infalibilidad.
Incluso cuando funciona bien, la ciencia no es perfecta. Nada que tenga que ver
con las personas puede serlo. Los científicos se comprometen a buscar la verdad
incluso cuando son conscientes de que la verdad absoluta nunca será revelada.
Lo único a lo que pueden aspirar es a llegar a un consenso que establezca la
verdad de una afirmación de la misma manera aproximada en que el mercado
establece el valor de una empresa.
El problema de verdad es que a otros economistas les dé igual que a los macroeconomistas los hechos les den igual
-- El
problema no es tanto que los macroeconomistas digan cosas que son
inconsistentes con los hechos. El problema de verdad es que a otros economistas
les dé igual que a los macroeconomistas los hechos les den igual. Una
tolerancia indiferente hacia el error evidente es algo todavía más destructivo
para la ciencia que consagrarse a hacer apología del error. Es triste reconocer
que los economistas que hicieron contribuciones tan importantes al inicio de
sus carreras siguieron una trayectoria que los alejó de la ciencia.
-- La
ciencia y el espíritu de ilustración son los logros humanos más importantes.
Son más importantes que cualquiera de nuestros sentimientos. Puede que no
compartan mi compromiso con la ciencia: ¿les gustaría que a su hijo lo tratara
un médico que favoreciera a un amigo partidario de las antivacunas y a su otro
amigo homeópata, antes que a la ciencia médica? Si no es así, ¿por qué debería
esperar que la gente que busca respuestas siga prestando atención a los
economistas cuando se den cuenta de que estamos más preocupados por nuestros
amigos que por los hechos?
-- Parece
que mucha gente admira lo que dijo M. E. Foster sobre que sus amigos eran más
importantes para él que su país. En mi opinión, habría sido más admirable si
hubiera dicho: "Si tengo que elegir entre traicionar a la ciencia y
traicionar a un amigo, espero tener el valor suficiente de traicionar a mi
amigo".
Este artículo en un extracto, editado por Joaquín
Estefanía, del ensayo The trouble with
macroeconomics, de Paul Romer, quien es
economista jefe del Banco Mundial desde el pasado mes de octubre.
Traducción del inglés por Álvaro San José.
Traducción del inglés por Álvaro San José.
Un comentario
De
todo el artículo de Romer concluyo que:
1.-“Los
teóricos de la macroeconomía rechazan hechos probados fingiendo una ignorancia
obtusa sobre afirmaciones tan simples como "las políticas monetarias
estrictas pueden provocar una recesión". Es decir, la “ciencia económica”
es pura ideología.
2.-
“La conformidad con los hechos ya no es necesaria como elemento coordinador
porque la supervisión de una autoridad puede coordinar los esfuerzos de muchos
investigadores. Como resultado, si los hechos se disocian de la visión teórica
sancionada oficialmente, se subordinan a ella” Es decir, como decía Marx rama
Groucho, los macroeconomistas tienen unos principios pero si no le gustan al
capital los cambiamos por otros.
3.-
“Por eso, las típicas amenazas que hacen los miembros de un grupo con las
características de Smolin no son pertinentes en mi caso. Algunos economistas
que están de acuerdo conmigo con el estado de la macroeconomía, en
conversaciones privadas, nunca lo admitirán en público” Es decir, el poder es
mafioso lo que exige es que se justifiquen sus robos, nada de conocimiento
científico.
4.- “El problema no es tanto que los
macroeconomistas digan cosas que son inconsistentes con los hechos. El problema
de verdad es que a otros economistas les dé igual que a los macroeconomistas
los hechos les den igual. Una tolerancia indiferente hacia el error evidente es
algo todavía más destructivo para la ciencia que consagrarse a hacer apología
del error”. Es decir, que lo más atroz de las cosas malas de la gente mala
es el silencio de la buena gente (Gandhi). Por lo mismo porque el capital es
una mafia que exige sumisión. Resumen: Nada nuevo, hace 150 años Marx, rama Karl,
pensaba que después de los economistas clásicos, la economía política se
convirtió en economía 'vulgar', a saber, una apología del capitalismo y la
dominación del capital
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