“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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11/9/15

Septiembre 11, Chile | Salvador Allende según Pablo Neruda, Gabriel García Márquez & Eduardo Galeano

Hace 42 años, en un dramático combate por el asalto a La Moneda, el Palacio Presidencial de Chile, murió el Presidente Salvador Allende. Las fuerzas golpistas entregaron al General Augusto Pinochet un escueto informe: “Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto”. Poco después se conformó la Junta de Gobierno. La Unidad Popular y su presidente habían sido aniquilados, iniciándose diecisiete años de dictadura militar. Tres grandes escritores de Nuestra América describen esos sucesos.
“Mi pueblo ha sido el más traicionado de este tiempo”Pablo Neruda
Foto:Salvador Allende, 11 de septiembre de 1973
Desde Isla negra, su residencia en Chile, el 14 de septiembre de 1973, Pablo Neruda escribió su dramático testimonio del 11-S latinoamericano. Luego, el 23, fallece de cáncer. Todos dicen que murió de pena.
De los desiertos del salitre, de las minas submarinas del carbón, de las alturas terribles donde yace el cobre y lo extraen con trabajos inhumanos las manos de mi pueblo, surgió un movimiento liberador de magnitud grandiosa. Ese movimiento llevó a la presidencia de Chile a un hombre llamado Salvador Allende, para que realizara reformas y medidas de justicia inaplazables, para que rescatara nuestras riquezas nacionales de las garras extranjeras.

Donde estuvo, en los países más lejanos, los pueblos admiraron al presidente Allende y elogiaron el extraordinario pluralismo de nuestro gobierno. Jamás en la historia de la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, se escuchó una ovación como la que le brindaron al presidente de Chile los delegados de todo el mundo.

10/2/13

Los divorcios de Neruda, sus efectos políticos y la próxima exhumación

"Si me preguntan qué es mi poesía debo decirles: no sé; pero si le preguntan a mi poesía, ella les dirá quién soy yo": Pablo Neruda al comienzo de un recital en 1943.

Mario Casasús

El juez Mario Carroza ordenó la exhumación de los restos de Pablo Neruda, en el ámbito de la causa abierta a mitad del 2011, tras la querella presentada por homicidio por el Partido Comunista, a casi 40 años de la muerte del poeta. Hasta ahora los informes emanados del Servicio Médico Legal (SML), siempre apuntaron a que el poeta falleció de cáncer, pese a las dudas suscitadas sobre la causa de su muerte, ocurrida doce días después del golpe de Augusto Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.

8/7/12

Poeta imprescindible de Nuestra América / Los versos de Neruda

Daniela Saidman

La tierra latinoamericana se dibuja en los versos del poeta chileno como un incendiado abrazo que es capaz de iluminar el futuro. En un espiral de humo, como ecos del fuego, tocaban el cielo las incendiadas palabras del hombre que acababa de morir. La casa que había bautizado como La Chascona, que en quechua significa despeinada, como el poeta llamaba a su Matilde, fue víctima de la violencia que tantas veces demostraron los militares chilenos durante la dictadura, que a lo largo de diecisiete años destrozó a su pueblo. Los libros ardían, como si con ellos hubieran podido quemar la esperanza.

Pablo Neruda (Parral, 12 de julio de 1904 - Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973) dejó su residencia en la tierra apenas doce días después del Golpe de Estado contra Salvador Allende, pero su palabra amorosamente militante sigue pronunciando la vida.

Por televisión, Neruda había visto las llamas destruyendo La Moneda, los tanques disparando por las calles de Santiago, y por emisoras radiales argentinas escuchó las narraciones que describían cómo los cadáveres se deslizaban rumbo a la desmemoria, por el río Mapocho. Se inauguraba en Chile el terrorismo de Estado, el impuesto silencio de la muerte a destiempo y del olvido obligatorio. Pero no consiguieron acallar su voz, porque Neruda vibra, desde siempre y para siempre, en la valentía con que los pueblos de Nuestra América construyen el imprescindible futuro que viene, el que nace de las entrañas de la tierra adolorida y sembrada de amores.