
Si algo grafica fielmente la ferocidad del capitalismo y de
la derecha en general, fue ese culatazo salvaje con el que un soldado al
servicio de la socialdemocracia alemana le destrozó la cabeza a esa inmensa,
noble y amorosa mujer, la gran teórica y activista de la revolución mundial
Rosa Luxemburgo. Su cuerpo fue arrojado a un río de donde se rescató cinco
meses después. Esto, en plena efervescencia de la revolución alemana de
noviembre de 1918 que ella había impulsado a través de su liga Espartaco y
había depuesto al káiser. La acompañaron en el martirio el amor de su vida y
camarada León Jogiches y su gran compañero de lucha Carlos Liebknecht. Esto
ocurrió el 15 de enero de 1919 cuando Rosa contaba apenas 48 años, y el
importante aniversario me parece, se nos pasó desapercibido a los militantes de
la libertad y el socialismo.