El neoliberalismo de los años 80-90 sumó a
varios mandatarios de la
denominada Tercera Vía como Tony Blair o Felipe González. Provenían del keynesianismo de posguerra y del reformismo socialdemócrata, pero
asumieron el discurso conformista que proclamó el ocaso de la ideología, la
extinción de la era industrial y la obsolescen- cia de la lucha de clases.
Postularon una mirada socio-liberal y repitieron los mensa- jes privatistas, silenciando
los monumentales desequilibrios creados por la desregula- ción de la economía. Los teóricos de este giro asumieron una
reivindicación pragmá- tica del capitalismo. Presentaron la globalización como un
rumbo inexorable que exigía mayor apertura, eficiencia y competitividad. Pero ocultaron
el atropello a las conquistas sociales que introducía este curso[1].
El
escenario de la involución
En gran parte de América Latina este período
correspondió a la transición de las dictaduras a los regímenes constitucionales.
Este pasaje fue negociado por las cúpu- las militares y los partidos políticos
tradicionales. Los autores que se aproximaron al social-liberalismo justificaron esos pactos, realzando su conveniencia para gestar procesos de soberanía y
democratización. Eludieron analizar cómo esos compromisos generaban sistemas
políticos maniatados y subordinados a los acreedores [2].