Pedro Ontoso
Fidel Castro considera que Benedicto XVI es «una buena
persona, que tiene cara de ángel», sin entrar a valorar su magisterio o su
pontificado. Así se lo confesó a Tarcisio Bertone, cuando el secretario de
Estado del Vaticano visitó la isla caribeña hace varios años. Es previsible que
el papa se entreviste con el comandante y es probable que éste asista a la misa
que se oficiará en la Plaza de la Revolución. El pontífice aterriza el próximo
lunes 26 en la Cuba de Fidel, abanderado en su día de la Teología de la
Liberación, un movimiento perseguido por Ratzinger cuando se encontraba al
frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Pero el Vaticano y Cuba viven tiempos nuevos, pese a que la
Santa Sede mantenga la excomunión de Fidel Castro, de la que ahora se han
cumplido cincuenta años. El papa Juan XXIII aplicó esta pena el 3 de enero de
1962, después de que el máximo líder cubano se declarara marxista-leninista y
anunciara que conduciría a Cuba al comunismo en su histórico discurso del 2 de
diciembre de 1961. Juan XXIII no era un enemigo de Cuba y, de hecho, realizó un
potente llamamiento a la paz en plena crisis de los misiles para mediar entre
J.F. Kennedy y Nikita Kruchev. La pena de excomunión había sido establecida por
Pío XII a través de un decreto de 1949 para quien difunda el comunismo. Además,
'el papa bueno' tenía que hacer frente al régimen de Castro por el cierre de escuelas
religiosas y la expulsión de más de un centenar de sacerdotes.
Teología de la
Liberación
Benedicto XVI realizará una visita a la Virgen de la Caridad
del Cobre, patrona de Cuba desde que fue coronada por Juan Pablo II ante
200.000 personas en 1998, y muy venerada por una parte importante de la
población. La madre de Fidel y Raúl Castro era gran devota de esta virgen y le
ofreció una medalla para que protegiera a sus hijos durante los años de la
revolución, en la que participaron muchos católicos.
En efecto, la revolución liderada por Castro se había
proclamado socialista y más tarde el Estado se calificó de ateo, hasta que en
1992 esa definición fue sustituida en la Constitución por la de laico. Pero los
Castro habían bebido en fuentes cristianas -Fidel se educó con los jesuítas- y
el poso ha permanecido. En una América Latina muy pegada a la religión -y a las
sectas- y con idearios cristianos muy progresistas como se visualizaron en
cumbres episcopales como las de Puebla o Medellín -la opción preferencial por
los pobres-, Fidel Castro apostó por una estrategia común entre cristianos y
comunistas.
El 'evangelio' de Castro se plasma en el libro 'Fidel y la
Religión' (1985), que recoge 23 horas de conversación con Frei Betto, fraile
dominico y uno de los padres de la Teología de la Liberación, que luego asesoró
a Lula en el programa 'Pobreza Cero' en favor de las clases más desfavorecidas
de Brasil. Del libro de Betto, que bautizó la revolución como «una obra
evangélica» se vendieron más de un millón de copias en todo el mundo.
En su diagnóstico, Fidel Castro se desmarca del mensaje de
que la religión es el opio del pueblo, y sostiene que «se puede ser marxista
sin dejar de ser cristiano». El líder cubano se apunta a una moral de ética
cristiana, basada en aspectos como el respeto a la familia, la honradez, la
caridad o el amor al prójimo, y destaca que en asilos y hospitales «trabajan,
hombro con hombro, las monjas y los comunistas».
Pero, sobre todo, Fidel Castro defiende a los teólogos de la
liberación, como «abanderados de ese acercamiento de la Iglesia a los pobres,
al pueblo» y proclama que «lo mejor de la historia del cristianismo está en
absoluta contradicción con los intereses del imperialismo». Insiste, de manera
repetida, en la oportunidad de una visita del Papa, que califica de «paso
valiente».
En las reflexiones no se habla del respeto a los derechos
humanos o de los presos de conciencia. El Vaticano y la Iglesia cubana -el
exministro Moratinos también ha jugado un papel importante- han impulsado una
apertura progresiva de Cuba, facilitando espacios inéditos de diálogo, que han
propiciado, por ejemplo, la excarcelación de presos políticos del Grupo de los
75.
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