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En 1784 Immanuel Kant daba un fuerte impulso a
la naciente modernidad con su proposición ¡Atrévete a saber! (sapere aude). En
ella llamaba a los hombres a alcanzar la mayoría de edad, decidiendo por sí
mismos, y aprendiendo a conocer y saber sin tutela. Si Kant hubiera lanzado su
histórico enunciado en el Chile de hoy lo más probable es que le hubieran
aplicado la ley de seguridad interior del Estado.
Hasta el año 2009, con el paréntesis de la
dictadura, los chilenos decidían cuánto y qué comer, qué tomar, como sentarse o
dormir en un bus y como asociarse y movilizarse para defender sus derechos.
Decidían, tiempo pretérito, hasta que llegó la otra forma de gobernar. Hoy día
hemos vuelto a la minoría de edad que condenaba Kant, más de doscientos años
atrás.
Chile en el año 2012 se ha convertido en una
gran cárcel donde es difícil moverse con tranquilidad. A las numerosas cámaras
de vigilancia que nos auscultan en todas partes, se ha agregado un control
agobiante sobre nuestras costumbres, con el propósito de cuidar “nuestra
seguridad”. Si alguien antes se daba un atracón de papas fritas con
hamburguesas, hoy día está rechazado por nuestro gran hermano que vela por
nuestro colesterol. La primera dama, que a pesar de comer sano, tiene unos
kilitos demás, nos recomienda (idea copiada a la Sra. Obama) comer frutas y
verduras y hacer ejercicio indicándonos cuan beneficioso es para nuestra
salud.
Pero hay más cuidados de nuestro gran hermano,
el cigarro va a ser prohibido en todas partes salvo en nuestros hogares; al
parecer, allí tiene menos nicotina que en los restaurantes y plazas Debemos
viajar en los buses interprovinciales con cinturón de seguridad para proteger
nuestras vidas, y ahora la guinda de la torta no podemos tomar una copita,
porque inmediatamente nos convertimos en asesinos del volante.
Mención aparte merece la satanización de toda
protesta social, frente a las cuales el gobierno establece de inmediato una
mesa de diálogo entre los manifestantes y las fuerzas especiales, balines
incluidos. Para eso existen las leyes, sobre todo las represivas que al señor
Hinzpeter tanto le gusta utilizar. No se puede ignorar que ha habido avances.
La señora Juanita de Lagos, tan poco tomada en cuenta hoy día adquiere
notoriedad siendo nominada a la ley de seguridad interior del estado.
Las prohibiciones están a la orden del día y a
nadie parece preocuparle. Los medios de comunicación por cierto se encargan de
promocionar tan astutas medidas enfatizando que se trata de medidas protectoras
que van en dirección de cambiar nuestra mentalidad y que pronto la gente se
acostumbrará. De eso hay experiencia, todos sabemos de qué forma mucha gente se
acostumbró y aceptó sin chistar lo que ocurría durante la dictadura.
La consigna de hoy “tolerancia cero”, no debe
extrañar si se recuerda la venida de los asesores del creador de dicha consigna
-el ex alcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani- y otros jefes de policía de esa
ciudad y de Los Angeles,[1]
cuya misión era ayudar a implementar una política de seguridad cuyas
características son la represión a ultranza. Los resultados están a la vista.
Policías que actúan sin control alguno, uso y abuso de las leyes coercitivas, control indiscriminado
de la población, incentivo al soplonaje y una proyección del control de las
ideas por medio de medidas disciplinarias que pretenden producir cambios
conductuales tendientes al control de los cuerpos.
Lo más preocupante de estos hechos que son de
vieja data, pero que nunca se habían aplicado, después de la dictadura, con el
descaro y la violencia de este gobierno, es que nadie se opone a estas
peligrosas prácticas. No hay una reflexión destinada a desenmascarar lo que se
oculta detrás de los discursos de
Hinzpeter y compañía.
Se está implementando una política centrada en
las prohibiciones y el castigo, ignorando lo positivo de aplicar medidas de
prevención y educación. Esta nueva situación amerita respuestas fundamentadas
frente a varias interrogantes:
¿Son realmente adecuadas y eficaces estas
medidas? ¿Cuánto es el porcentaje de los accidentes de tránsito por ebriedad de
los conductores? ¿Qué pasa con los peatones borrachos que son atropellados por
conductores que no han ingerido alcohol? ¿Se va a prohibir también, tomar a los
peatones?
El cigarrillo es bastante dañino para la salud,
estamos de acuerdo, pero ¿qué pasa con la contaminación que azota Santiago, qué
pasa con las industrias contaminantes? ¿Cuál de estos factores es más dañino?
Conducir ebrio es una irresponsabilidad
peligrosa pero, ¿no sería más positivo poner más rigor en la entrega de
licencias de conducir?
Estamos de acuerdo en que las grasas son
dañinas, pero ¿pensó la primera dama que para una gran mayoría de los niños de
colegios municipalizados un par de sopaipillas son su almuerzo y que estas los
satisfacen mejor que una pera?
El cinturón de seguridad es adecuado para
automóviles y para los choferes de buses porque evita un daño mayor, pero ¿es
tan útil para los pasajeros de un bus? ¿Se imaginan viajar de Santiago a Arica
en bus, sujetos en su asiento con un cinturón? ¿Son éstos prácticos en un
incendio de la máquina, sobre todo para los ancianos, minusválidos y
embarazadas?
No obstante, lo más importante es entender que
es parte de los derechos del hombre tomar sus propias decisiones teniendo en
cuenta no dañar a otros. Ningún gobierno tiene el derecho de pasar sobre las
libertades individuales.
La nueva forma de reprimir está llevando al país
a una situación peligrosa, a construir una sociedad que no piensa, que acepta
cualquier medida con una buena campaña publicitaria y que no es capaz de
decidir lo que le conviene y lo que no. Las leyes represoras están tomando el
lugar del discernimiento y la conciencia, cualidades inherentes a los
individuos. Al parecer esto no tiene importancia para Piñera, su gobierno y la
derecha. Para éstos cualquier medida se justifica para defender el sagrado
orden público, incluso si estas van en contra de los públicos; después de todo
para mantener un control acorde a un Estado represivo, nada mejor que
individuos obedientes y disciplinados que sólo piensen en consumir y
divertirse, por ahora, sin trago. No obstante, no debe olvidar que existen
muchos “subversos” que no comulgan con ruedas de carreta.
Empoderar a las fuerzas represivas, construir un
estado policiaco, intimidar a las fuerzas sociales, disparar contra niños es
tan absurdo como tratar de apagar un fuego con bencina. Piñera va a ser
recordado no sólo por su estulticia e ignorancia sino también por su violencia
y tozudez. Debería recordar un refrán popular: No hay mal que dure cien años ni
tonto que lo aguante. Cómo hijo putativo de la dictadura debería saberlo.
Para finalizar un pensamiento que haría muy bien
en tomar en cuenta: “Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los
poderes no son en ellas 'absolutamente absolutos', es porque, tras todas las
aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de
las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida no se
canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que, antes las horcas y
las ametralladoras, los hombres se sublevan”. (Michel Foucault).
Nota
Luisa Bustamante es Licenciada en Sociología, Universidad ARCIS
Diplomada en Estudios Griegos y Bizantinos Universidad de ChileEstudiante de Magister en Filosofía Universidad de Chile