Esta reseña está redactada a partir de los trabajos
realizados sobre el film por los estudiantes del tercer curso del Grado de
Estudios de Asia Oriental, de la Universitat Autònoma de Barcelona. Todos ellos
se manejan en idiomas tales como el japonés, el chino mandarín y/o el coreano,
además de aspectos diversos de las culturas de esos países, de ahí que su
visión del film resultara particularmente interesante. El profesor ha firmado
los párrafos o ideas más significativos con el nombre de sus autores, pero
todos los que hicieron el ejercicio han contribuido en mayor o menor medida a
la visión de conjunto de la película
El documental I Wish I Knew – Historias de Shanghai (título
original: Hai shang chuan qi) culmina la trilogía del director Jia
Zhangke, que incluye las obras: Naturaleza muerta (2006) y 24
City (2008).
Este autor es considerado líder de los directores pertenecientes a la denominada Sexta Generación (el cine underground y amateur, que nace como respuesta a las represalias tras los sucesos de Tiananmen, en 1989). Se trata de un tipo de cine que se caracteriza por el empleo de cámaras digitales y la puesta en escena de actores no profesionales, a fin de abaratar los costes de producción y se interesa por las transformaciones sociales, el descontento de ciertos sectores de la población china y la preferencia por los espacios urbanos.
Este autor es considerado líder de los directores pertenecientes a la denominada Sexta Generación (el cine underground y amateur, que nace como respuesta a las represalias tras los sucesos de Tiananmen, en 1989). Se trata de un tipo de cine que se caracteriza por el empleo de cámaras digitales y la puesta en escena de actores no profesionales, a fin de abaratar los costes de producción y se interesa por las transformaciones sociales, el descontento de ciertos sectores de la población china y la preferencia por los espacios urbanos.
Sin embargo, I Wish I Knew surgió de un encargo
gubernamental para conmemorar la Exposición Universal, que albergó la ciudad en
2010. Pese a ello, ofrece una imagen nada atractiva de la ciudad, que
aparece como una gran urbe en perpetua construcción (y destrucción) bajo una
densa capa de contaminación que tiñe el cielo de un deprimente blanco grisáceo,
ya desde el mismo arranque del film, acompañado todo ello de una banda sonora
de aire triste y una actriz Zhao
Tao que une las diversas partes del film, paseándose por la ciudad con
una expresión permanentemente melancólica [Jonathan L. S.]
En efecto, una de las claves del film es la omnipresente
melancolía que arrastran las imágenes y las historias de los dieciocho
testimonios sobre los que se construye la obra, procedentes de diversos
estamentos socio-profesionales y generacionales, y que delimitan el periodo
histórico abarcado por el film: desde el final de la Segunda Guerra Mundial y
los tres años finales de la larga guerra civil china (1947-1949) al Shanghai
actual de nuevos especuladores y jóvenes ambiciosos. La melancolía está
presente ya en el mismo título del film: I Wish I Knew, que es el de
una clásica canción del clásico John Coltrane[1].
La letra, bailada y cantada por uno de los ancianos personajes
entrevistados, es bien elocuente: Should I keep dreamin´on or just forget
you? / What shall I do? I wish I knew [Ferran Pérez Mena]. Es otra
de las claves del film, que articula las eternas dudas de las generaciones
crepusculares -siempre preguntándose si escogieron el camino correcto- y
la nueva de los jóvenes pujantes, rebosantes de certidumbres, que luchan con
renovados bríos por hacer realidad sus ambiciones en lo que es en la actualidad
la China del“socialismo
de mercado”.
Pero todo ello sucede en el marco de Shanghai, la gran
urbe audaz de China,
la puerta a la modernidad por antonomasia, la ciudad
del glamour que sigue flotando en el ambiente, que ha merecido el
honor de una atención
específica por parte de los historiadores. La ciudad que se erige sobre su
propia y eterna descomposición, posee un dinamismo único en China; de ahí la
fascinación del director, que proyectó otro documental sobre los choques
políticos acaecidos en 1927 entre el Guomindang, la mafiosa Banda Verde y los
comunistas. [Carla Garde]. Así que el retrato de ese dinamismo está en la base
de las continúas contraposiciones que rigen I Wish I Knew: la ciudad rica
y ociosa frente a la pobre y trabajadora, la joven frente a la anciana, la de
los altos rascacielos impolutos y modernos frente a edificios
fantasmagóricos e industriales [Mireia Farrés]
¿Qué queda de todo ese empeño al ser visionado el film por
el espectador? Una buena dosis de polémica. En apariencia, el documental, en el
que no intervienen personajes ni apreciaciones que no sean chinos –con la
excepción, indirecta, de Michelangelo Antonioni-
resulta tediosa para el público occidental. Los personajes, algunos famosos, lo
son únicamente para el público chino; los occidentales deben buscar
información, una vez visionado el film, para entender lo populares que son allí
figuras como el escritor Han
Han, el capo mafioso Du Yue
Sheng o la importancia de películas como Spring in a small
town. Ayuda poco asimismo que no se siga un orden cronológico claro y que,
saltando de Shanghai a Taiwan o Hong Kong, a veces la conexión con la ciudad que
protagoniza el documental se pierde bastante y parece poco justificada
[Jonathan L. S.] Es más, tal como comentaba un lector a pie de reseña, la falta
de referencias sobre quiénes son los personajes entrevistados y cualquier otra
referencia cronológica en la pantalla, hacen que el espectador no avisado
navegue sin rumbo, durante dos horas de metraje, por los procelosos mares de
historia china en los últimos setenta años.
Para entender el por qué de lo que parece un montaje
defectuoso quizá debemos considerar dos últimas claves del film. En primer
lugar, la que supone la propia singladura del director por entre los arrecifes
de la censura. La obra, al fin y al cabo, pende de una subvención oficial y de
una celebración tan convencional como lo son las exposiciones internacionales.
Así que el difuminado de las historias y los personajes en algo semejante a un
anonimato colectivo, ayuda a borrar también las identificaciones con causas
políticas o sagas sociales aún consideradas políticamente incorrectas en
la China actual. Por lo tanto, no se trata de un documental que reivindique
nada, aunque caben pocas dudas de que los espectadores chinos habrán entendido
muchas de las indirectas y guiños que hace el director desde el film. Pero así,
a simple vista, I Wish I Knew se convierte en una pregunta
melancólica, no en una interrogación impertinente capaz de poner patas arriba
la historia del atrevido Shanghai de las tres últimas generaciones.
Es por ello que el documental ha de ser, forzosamente, el de
la gente de Shanghai. Esas personas que habían escapado a Hong Kong o Taiwan,
llevaron dentro de sí a su ciudad de origen, porque son Shanghai. Las
personas son la ciudad y no al revés. ¿La urbe? Sólo piedras,
convertidas en cascotes desparramados por el Bund, o ruinas sobre el fondo de
los gloriosos rascacielos, apenas entrevistas unos segundos. Y sobre todo
ello, la velocidad de los cambios, las familias inmutables en las cuales cada
uno vive sus propias glorias y tragedias generacionales. ¿Qué quedó de todo eso
y qué se preguntarán dentro de algunos años los triunfadores de hoy? Casi
podemos sentirlo ya, ahora mismo, en los labios de los jóvenes protagonistas al
principio y final del film, del niño que sólo quiere pelear con alguien, y de
Han Han en su carrera hacia la fama: I Wish I Knew…
http://eurasianhub.com/2012/04/25/i-wish-i-knew-historias-de-shanghai/ |