1. Con fecha 04 de junio el veterano “hayista” [*] César Vásquez Bazán publicó una caricatura con el
título de Gran Transformación se convirtió en la Gran Traición de Ollanta
Humala. Para este redomado e incorregible aprista, el gran problema del Perú es
“la gran traición de Ollanta Humala”. Al día siguiente, 05 de junio, el joven “antiimperialista”
Guillermo Bermejo por su parte publicó un artículo suyo titulado Ollanta y la
Gran Traición (que lo trascribimos más abajo).Recién nos ha llegado y recién
nos hemos informado de este lastimero artículo, que termina por desnudar al
joven “antiimperialista”. (Agradecemos a John Ochoa por reproducir el artículo
de marras, acompañando su último documento de deslinde).
Es conocido, que desde hace varias semanas, e incluso de unos pocos meses atrás, los veteranos Carlos Tapia y Sinesio López, y algunos periodistas del diario La Primera, también nos vienen hablando y denunciando “el estancamiento”, “el cambio”, “el viraje a la derecha”, e incluso “la traición” de Ollanta Humala. Más adelante, si nos queda tiempo y espacio, intentaremos encontrar cual es la interrelación existente entre los cuatro nacionalistas burgueses mencionados más arriba: C. Vásquez, C. Tapia, S. López y G. Bermejo.
Solo adelantaremos, que los cuatro personajes mencionados,
durante el transcurso del primer semestre del año 2011 (no sabemos si por
casualidad, o tal vez por acuerdo previo) coincidían en ser furibundos
propagandistas del candidato Ollanta Humala, en un grado tal de identificación
que incluso uno de ellos llegó a ofrecer públicamente que si su candidato salía
elegido presidente, en el Perú ya no habría Dictadura nunca más.
¿Será cierto que desde el 28 de julio de 2011, al juramentar
el actual presidente, ya “no hay dictadura de la clase burguesa” en nuestro
país? ¿alguna persona seria puede creer en la veracidad de semejante
ofrecimiento?
2. Por ahora, nos parece que lo más importante a comentar
de las opiniones de esas cuatro personas, resulta verificar si es cierto que
Ollanta Humala “se ha estancado”, o si “ha virado hacia la derecha”, o si
incluso “ha traicionado al pueblo peruano”. ¿Será cierto? ¿Cuál es el
fundamento para lanzar semejantes y denigrantes acusaciones al presidente
Humala?
Acaso no se han enterado que “el ofendido” los puede
enjuiciar y llevarlos a los tribunales por levantarle una calumnia, lo cual
está penado por la ley.
Nos parece que a una persona solo se le puede considerar
“traidor al pueblo peruano” si esa persona previamente ha estado identificada y
ha defendido al pueblo peruano. Si esa persona nunca ha sido parte del pueblo
peruano, sería un grave error que se le considere “un traidor”. ¿Traidor a qué,
y por qué?
Por nuestra parte nosotros estamos convencidos que no
estamos observando “una gran traición”, sino que estamos siendo testigos
públicos de un desenmascaramiento del engaño político montado en las
elecciones presidenciales de 2011.
3. Sin necesidad de adentrarnos mucho en la vida de Ollanta
Humala, ni pretender elevarnos a biógrafos de un personaje tan insignificante,
algo que no nos interesa en lo más mínimo, todos los hechos conocidos
públicamente nos demuestran que ese señor desde muy joven se sintió
identificado y defendió al aparato estatal burgués, a la dictadura de la clase
dominante, y a la gran propiedad de la burguesía.
Ollanta Humala nunca en su vida estuvo identificado con el
pueblo, ni participó en ninguna lucha reivindicativa ni política al lado del
pueblo. Entonces, en estos momentos no tenemos nada que reclamarle. El está
siguiendo su propio camino elegido voluntariamente, así como nosotros seguimos
nuestro propio camino.
Desde sus años de formación en la Escuela Militar en la
década de 1980, y de sus primeros años de ejercicio de su función militar, a
fines de la década de 1980 y comienzos de la década de 1990, cuando se vivía en
tiempos de los gobiernos burgueses de Alan García y Alberto Fujimori, el muy
eficiente “capitán Carlos” junto con su hermano Antauro, estuvieron destacados
a la acción represiva contra los movimientos insurreccionales de esos años, e
hicieron los méritos suficientes ante sus superiores, como combatientes en
defensa del estado burgués y de la gran propiedad.
La asonada de Locumba en el año 1999 a finales del gobierno
de Fujimori, y la posterior provocación en Andahuaylas el año 2004 a mediados
del gobierno de Alejandro Toledo, fueron dos acciones diversivas que formaron
parte de su preparación para transitar del escenario militar al escenario
político, para lo cual venían siendo preparados solícitamente por la propia
clase dominante. Tanto la asonada de Locumba, como la provocación de
Andahuaylas, forman parte de las acciones organizadas y promovidas por la
propia clase dominante, y no forman parte de la historia de las luchas del
pueblo peruano.
La clase dominante, la clase propietaria de los principales
medios de producción, tiene amplia experiencia en preparar “cuadros” políticos
con la debida anticipación. Algo similar ocurrió con el joven Víctor Raúl Haya
en mayo de 1923, con Fernando Belaunde en junio de 1956, y con Alejandro Toledo
en julio del año 2000. La clase dominante con la debida anticipación prepara y
promueve a sus futuros candidatos, presentándolos como “radicales”, e incluso
los “reprime” a golpes, varazos, persecuciones, encarcelamientos temporales, y
todo tipo de acusaciones y denuncias, que les sirvan precisamente para que “se
hagan conocidos” dentro del pueblo. (Si la memoria no nos falla, nos parece que
hace cuatro o cinco años atrás, la clase dominante propagandizó a un confundido
grupito de jóvenes “bolivarianos”, encarcelándolos por varias semanas). De esa
manera la clase dominante prepara y organiza a su propia “oposición”
protestataria, que se complementa con el “oficialismo” en el juego democrático.
La clase dominante lo hizo famoso a Haya persiguiéndolo y
reprimiéndolo después de “la jornada del 23 de mayo de 1923”; lo hizo famoso a
Belaunde reprimiéndolo en el Jirón de la Unión con “el manguerazo” en la Plaza
de la Merced en junio de 1956; y lo hizo famoso a Toledo reprimiéndolo en la
llamada “Marcha de los Cuatro Suyus” del 28 de julio del 2000. Marcha que fue
organizada, financiada, y publicitada por la propia clase dominante. La asonada
de Locumba, y la provocación de Andahuaylas, se inscriben en esa misma línea de
acciones promovidas por la propia clase dominante para confundir y manipular al
pueblo.
4. En las elecciones del año 2006, la elaboración del
programa de gobierno que improvisó el candidato Humala fue dirigido y asesorado
por Salomón Lerner y Gonzalo García, dos eficientes ingenieros que se formaron
en la década de 1960 en las canteras universitarias del aprismo, al lado de Alan
García, Agustín Mantilla, Luis Alva Castro, Jorge del Castillo, Carlos Roca,
José Barba, Alberto Borea, y otros contemporáneos suyos, todos ellos formados
en el anticomunismo más rabioso y enfermizo.
Al iniciarse el régimen militar velasquista en octubre de
1968, los jóvenes universitarios recién egresados Salomón Lerner y Gonzalo
García se iniciaron como funcionarios públicos, cumplieron funciones
burocráticas muy rentables, amasaron las bases económicas de sus futuras
fortunas personales, y se integraron a la estructura del aparato estatal
permanente, al cual siempre han estado vinculados de múltiples formas, ya sea
como funcionarios de oficio, o como contratistas privilegiados (entre otros
negocios muy rentables, el servicio de alquiler de helicópteros y el tráfico de
armas).
No hay que olvidar que la victoria electoral de Alan García
en el año 1985 fue celebrada en la vivienda de Salomón Lerner, y es muy posible
que algo similar haya ocurrido en junio de 2011 para celebrar la victoria
electoral de otro candidato, en este caso de Ollanta Humala.
Con esa experiencia acumulada, para las elecciones de 2006
S. Lerner y G. García improvisaron un libreto saturado de
“hayismo-velasquismo”, es decir de populismo burgués por un lado, y de
nacionalismo burgués por otro lado. Ese programa de gobierno, es diferente en
la forma, pero no es contrario a los intereses de clase del programa de gobierno
neoliberal. Pero si es diferente, y totalmente contrapuesto en lo esencial, al
cambio social y al socialismo, aunque en la forma intente parecerse, y más de
un ingenuo encuentra puntos de aproximación y confunde “populismo burgués” con
“socialismo”.
En nuestro país, el populismo burgués y el neoliberalismo
son las dos manifestaciones políticas de una misma clase burguesa, cuyo común
objetivo central es sostener al estado burgués para garantizar la gran
propiedad privada sobre los medios de producción. Ante esa identidad
sustancial, todas las otras diferencias meramente formales pasan totalmente a
segundo plano.
Después de esas elecciones del 2006, que le sirvieron de
“ensayo y preparación”, la clase dominante siguió capacitando y entrenando al
eficiente “capitán Carlos”, y le ayudó a formar un nuevo equipo de gobierno,
con un brazo militar, un brazo político, e incluso asesores extranjeros.
En el brazo militar cumplieron función destacada el capitán
Villafuerte y otros oficiales más, todos ellos entrenados en la lucha
antisubversiva, y la represión del pueblo, durante el primer gobierno de Alan
García el gobierno de Alberto Fujimori.
En el brazo político se integraron personajes como Carlos
Tapia y Sinesio López, que provenían de algunas de las ramas de la
descomposición del APRA Rebelde. También se sumaron otros técnicos más, entre
ellos Félix Jiménez, todos los cuales se reagruparon bajo la batuta del
“hayista-velasquista” Salomón Lerner. Este grupo ahora se ha vuelto a reagrupar
en el movimiento Ciudadanos por el Cambio (CxC), para nuevamente volver a
montar otro engaño político en las próximas elecciones, para lo cual nuevamente
necesitan el “apoyo” de la blandengue y sumisa “izquierda” peruana. Es cuestión
de revisar los primeros pronunciamientos públicos que esa nueva versión de
“Izquierda Unida” está divulgando en las últimas semanas, para comprobar estos
“pasos previos” para el próximo engaño político.
5. Entre los años 2006 y 2011 este grupo organizado y
manipulado por la propia clase dominante elaboró el plan de gobierno llamado de
la Gran Transformación, con el cual postularon el 10 de abril de 2011 a la
primera vuelta de las elecciones presidenciales, plan que al día siguiente le
cambiaron de forma con la llamada Hoja de Ruta, que al igual que la versión
original, tenía el mismo objetivo, defender al estado burgués y defender la
gran propiedad de la clase dominante. Para que no quedaran dudas de su
identificación con los intereses de la clase dominante, apresuradamente
llamaron a Mario Vargas y Alejandro Toledo para que avalaran y garantizaran su
real carácter de programa de gobierno burgués, defensor de los intereses de la
clase dominante. Con la publicación de la Hoja de Ruta no hubo ni
estancamiento, ni viraje a la derecha, simplemente fue el primer paso del
desenmascaramiento.
Veamos ahora, cuál era el aspecto esencial de la llamada
Gran Transformación, con la cual algunos confundidos todavía siguen soñando. En
esencia, no era otra cosa que la reaccionaria propuesta de la restauración
populista. Por oposición formal al continuismo neoliberal que se viene
aplicando en el país desde el autogolpe de estado del 5 de abril de 1992, en la
Gran Transformación se proponía restaurar la política populista que ya se había
aplicado en el país durante treinta años, desde el golpe de estado de junio de
1962 hasta julio de 1990. Esa política reaccionaria fue aplicada por el primer
gobierno de Fernando Belaunde (1963-1968), el gobierno militar de
Velasco-Morales (1968-1980), el segundo gobierno de Belaunde (1980-1985), y el
primer gobierno de Alan García (1985-1990), y cuyos lineamientos generales se
ordenaron tardíamente en la Constitución de 1979, que fue una síntesis del
populismo burgués, y que muchos ex funcionarios del estado siguen añorando, y
pretenden restablecerlo como “gran reivindicación popular”, para lo cual
incluso vienen reclamando “Asamblea Constituyente”.
Toda esa política populista, que se aplicó en el país
durante cerca de treinta años (1962-1990), seguía los lineamientos generales de
la CEPAL y los lineamientos particulares de la Alianza para el Progreso,
diseñados ambos en forma conjunta por los funcionarios del gobierno
norteamericano y los funcionarios de los gobiernos de los países
“latinoamericanos”, para todos los países de América. Durante la década de 1980
esa política populista (capitalismo de estado, exoneraciones tributarias,
aparente estabilidad laboral, asistencialismo, etc.) llevó a todos estos países
al hundimiento y bancarrota.
6. Con esa preparación teórica y esa experiencia militar y
política, Ollanta Humala llegó al gobierno en julio de 2011. Lo cierto es que
él nunca estuvo identificado con el pueblo, por lo tanto pensamos que no se le
puede calificar de “traidor”. Por el contrario, nos está demostrando que él es
un hombre muy consecuente.
Ollanta Humala y su grupo de gobierno, nos están demostrando
que son muy consecuentes con su inicial posición de ser defensores del estado
burgués, y defensores de los intereses de la clase dominante.
Entonces lo que realmente ha ocurrido en los últimos meses,
no es una “traición”, ni “viraje a la derecha”, sino simplemente un
desenmascaramiento de un engaño político fría y meticulosamente preparado por
la clase dominante. Engaño político con cual la mayoría de las tendencias de la
“izquierda” peruana han sido cómplices convictos y confesos, y que ahora
algunos de ellos, muy “ruborizados” y hasta ligeramente “avergonzados”,
pretenden ocultar que precisamente fueron ellos quienes entregaron su servil apoyo
a lo que ellos mismos dieron en llamar “la esperanza del pueblo”.
A comienzos del año 2011 mientras Guillermo Bermejo
pronosticaba y ofrecía a los cuatro vientos “dictadura nunca más”, otros le
hacían el coro con algo más de moderación propagando que “Gana Perú
representaba la esperanza del pueblo”, y que por lo tanto había que apoyarlo. Y
así lo hicieron, y lo hicieron con mucha entrega y entusiasmo.
7. Pero todo esto ya es “historia pasada”, páginas de un
“periódico de ayer”, y lo que ahora cuenta es el presente, y sobre todo lo que
nos debe preocupar es el futuro. Veamos que nos propone ahora el confusionista
Guillermo Bermejo.
Al final de su confusa arenga, Bermejo nos reclama:
“Deshacernos de Valdés y este gabinete impresentable será un buen comienzo,
debilitar al sector más retrograda de este cavernícola gobierno será un avance,
sin perder el objetivo que es que el país se enrumbe por lo que la mayoría
votó: Respeto de la decisión del modelo de desarrollo que los pueblos elijan a
través del cambio del modelo económico y Asamblea Constituyente”
Ni siquiera en personajes como Carlos Tapia o Sinesio López
podríamos esperar una propuesta más clara y contundente. Veamos los tres pasos
que nos propone Bermejo:
Un comienzo: deshacernos de Valdés;
Un avance: debilitar al sector más retrogrado del actual
gobierno;
El objetivo: que el país se enrumbe por lo que la mayoría
votó, es decir “por el programa de gobierno de la Gran Transformación”.
Esa es la parte esencial de la vergonzosa propuesta del
“antiimperialista” Bermejo, que el se preocupa en pregonar a “todas las voces”.
8. En los meses finales del gobierno de Fujimori y vísperas
de las elecciones del año 2000, el candidato Alejandro Toledo con voz engolada
declaraba solemnemente: “No se preocupe Sr. Fujimori,… nosotros
construiremos…el segundo piso del fujimorismo (entendido como el
neoliberalismo)”. Y hay que reconocer que lo cierto es que Toledo fue muy
consecuente con su compromiso. Durante su gobierno (2001-2006) cumplió su
palabra, construir el segundo piso del fujimorismo.
En las siguientes elecciones de 2006, Alan García no ofreció
tal compromiso, pero todos tenemos que reconocer que se preocupó por construir
el tercer piso del fujimorismo. Y ya no cabe duda alguna, que el gobierno de
Humala instalado a partir de julio del año 2011 está construyendo el cuarto
piso del fujimorismo. Por más anti fujimorista que se declare, no cabe duda
alguna de lo esencial de su política gubernamental.
El gobierno de Humala está desarrollando “un fujimorismo sin
Fujimori”, de eso ya no existe duda alguna, y ya no es tema de debate. Lo que
ahora debemos de preguntarnos, es ¿que nos ofrecen los veteranos S. Lerner, C.
Tapia, y S. López, al igual que el joven Guillermo Bermejo? La respuesta
también es sumamente clara, ellos pretenden ofrecer un vergonzante “humalismo
sin Humala”.
Ese es el trasfondo real de todos los que ahora se sienten
“traicionados” por Humala. Pretenden seguir engañando al pueblo confundiendo
populismo burgués al estilo “hayista-velasquista”, con socialismo proletario al
estilo del “Camino de Mariátegui”. Y tenemos que reconocer que no están solos,
ni son pocos, los que están haciendo esa prédica confusionista.
Por eso mismo, saludamos el deslinde iniciado por John
Ochoa. Deslinde necesario en las filas de la actual generación, deslinde entre
socialismo y nacionalismo burgués, entre seguir el Camino de Mariátegui o
seguir el Camino de Haya. Porque entendemos que la acción conjunta solamente se
puede fortalecer en la discusión. Sin discusión la acción conjunta se
descompone y debilita.
Nota del Editor
[*] Hayista es un partidario de Víctor Raúl Haya de la
Torre, legendario dirigente del APRA, émulo y compinche de Rómulo Betancourt en
Venezuela