En el décimo primer aniversario de lo que ha llegado a
conocerse como el 11 de septiembre, Al Qaeda sigue siendo un asunto discutido
en repetidas ocasiones, tanto en Estados Unidos (y en el mundo pan-europeo en
genera) y en Medio Oriente. El frecuente énfasis principal en Estados Unidos es
el modo en que su poder está siendo contenido por acciones militares de muchos
tipos, y por tanto hay la idea de que es una amenaza menguante. El énfasis
principal en Medio Oriente parece ser el opuesto: que ha sobrevivido a todo lo
que se ha hecho para decapitarlo y que continúa representando una amenaza
importante para todas las otras fuerzas políticas en la región. Todo lo relativo a su historia y sus relaciones con los
gobiernos y los movimientos es controvertido. Hay muy poco acuerdo, aun en
torno a los hechos relacionados con los eventos más importantes. Comencemos por
el 11 de septiembre mismo. Primero que nada debemos distinguir tres momentos en
tiempo: los seis meses (o algo así) anteriores al 11; el día mismo y el año que
siguió (o más o menos) al 11 de septiembre.
La narración plausible más reciente acerca de los seis meses
previos al 11 de septiembre parece indicar que la CIA y otras agencias de
inteligencia en Estados Unidos alertaban al presidente y a sus asesores de
seguridad que Al Qaeda preparaba algún ataque letal. Fueron ignorados. ¿Por
qué? Parece que los neoconservadores en el gobierno estadunidense –que eran una
secta considerable, incluidos el vicepresidente Dick Cheney y el secretario de
Defensa Donald Rumsfeld– negaron su plausibilidad sobre la base de que Al Qaeda
no era competente para representar una amenaza importante. Los conservadores
decían que las agencias de inteligencia le daban crédito incorrectamente a algo
que sólo era un alarde cuyo objetivo era desviar la atención de la amenaza real
para Estados Unidos: Saddam Hussein y sus supuestas armas de destrucción
masiva.
Hay un cierto número de críticos de izquierda que sugieren
que un debate así nunca tuvo lugar al interior del gobierno. Y lo explican
diciendo que el 11 de septiembre en realidad fue planeado por el gobierno mismo
como forma de movilizar a la opinión pública en favor de una guerra en Irak.
Esto por supuesto es teoría de la conspiración. Yo no tengo nada per se contra
las teorías de la conspiración. Todo el tiempo hay conspiraciones reales,
constantes.
Pero nunca he pensado que ésta sea probable, en lo más
mínimo. El argumento lo basan en la improbabilidad inherente de que una
organización como Al Qaeda pueda amasar las capacidades técnicas y la
planeación táctica necesarias para arreglar los ataques y las explosiones. Éste
es por supuesto el mismo argumento que los neoconservadores daban en la otra
narración acerca de Al Qaeda.
Francamente pienso, y siempre lo he pensado, que tal
argumento es profundamente racista. Implica que aquellos sujetos fanáticos en
el tercer mundo, no pueden ser tan listos. Bueno, claro que pueden, y yo creo
que pudieron. En cualquier caso, Al Qaeda lo ha estado alardeando desde
entonces. Y no hay gobierno alguno hoy, tanto en el mundo paneuropeo como en
Medio Oriente, que se arriesgue a jugar a la supuesta incompetencia técnica de
Al Qaeda.
El siguiente punto en tiempo es el día mismo. Aquí soy mucho
más propenso a darle crédito a la teoría de la conspiración. Hay demasiados
puntos dudosos acerca de la respuesta del gobierno estadunidense a los ataques.
Los aviones lanzados para contrarrestar los ataques fueron lanzados demasiado
tarde. El presidente George W. Bush parece haberse quedado fuera de la cadena de
información demasiado tiempo, haciendo que Cheney fuera quien tomó las
decisiones de facto. Rumsfeld parece haber preparado casi al instante un
procedimiento para vincular a Saddam Hussein con los ataques –lo que no es nada
plausible.
En resumen, los neoconservadores sacaron ventaja de los
ataques para su tan anhelada y largamente planeada guerra en Irak. En el año
que siguió al 11 de septiembre, los neoconservadores triunfaron en el gobierno
y efectivamente ahogaron todas las voces disidentes. Obtuvo sus guerras,
primero en Afganistán y luego en Irak. El mundo entero, incluido Estados
Unidos, sigue sufriendo las consecuencias de estas injustificadas e
injustificables guerras.
¿Qué pasó entonces con Al Qaeda? Parece que, al principio,
era una pequeña estructura, controlada muy estrictamente por Osama Bin Laden.
Los ataques del 11 de septiembre primero y luego las guerras lanzadas por
Estados Unidos incrementaron su prestigio en el mundo musulmán lo que atrajo
personas a unirse a la estructura. También atrajo a otras organizaciones a que
juraran su alianza con Al Queda y se renombraran a sí mismas, sin que en
realidad se sometieran a alguna disciplina central.
Estados Unidos y sus aliados de hecho sí comenzaron a matar
a muchos cuadros directivos de Al Qaeda, incluido, eventualmente, el propio
Osama, Pero Al Qaeda ha demostrado ser hasta el momento un monstruo con cabeza
de hidra, que renueva constantemente los cuadros caídos. Y al contrario de ser
un símbolo de profundo resentimiento y una inspiración para un califato
reconstituido, parece que las fuerzas centrales de Al Qaeda nunca fueron
capaces de constituir una red mundial.
Immanuel Wallerstein |
La primavera árabe ha creado una nueva apertura para Al
Qaeda. Ha debilitado la legitimidad de cada uno de los gobernantes de todo
Estado árabe sin excepción. La cuestión es entonces qué fuerzas políticas
llegarán al poder. Esto ha conducido a luchas prolongadas al interior de cada
uno de estos estados, siendo algunas más sangrientas que otras.
Hoy, la más fuerte oposición a Al Qaeda no es Estados Unidos
sino otra fuerzas políticas dentro de estos estados. Estamos apenas en la fase
inicial de estas luchas políticas. El ataque de las fuerzas salafistas a la
embajada estadunidense en Bengasi, que condujo a la muerte del embajador estadunidense,
puede ser sólo el principio de este resurgimiento. Es demasiado pronto para
decir que Al Queda haya dejado de ser relevante.
Traducción: Ramón Vera Herrera |