Los medios de comunicación constituyen hoy lo que podríamos
llamar una “hiperindustria cultural”, herramienta privilegiada de inmensos
poderes económicos y políticos de alcance planetario. Son estos medios,
precisamente, los que construyen a diario el imaginario histórico y social de
nuestro tiempo. Son ellos los que convierten a gobiernos y países en parias o,
al contrario, celebran presuntos logros
Latinoamérica no está exenta de esta cartografía de buenos y
malos, así, cualquier gobierno con tintes progresistas es, muy pronto,
catalogado como parte de un “eje del mal”.