
El atolladero de la acumulación capitalista, que
nos está llevando a las puertas de una profunda depresión económica, el
acaparamiento y la desposesión de los bienes públicos por la burguesía, el
deterioro de la ciudadanía así como la destrucción de las condiciones de vida
de las grandes mayorías, no sólo ha traído una quiebra del sistema tanto a
escala estatal como en su dimensión imperialista, sino que pone en serio
cuestionamiento la legitimidad del orden capitalista. La desindustrialización y
la pérdida de control sobre los sectores estratégicos de la economía española,
ha sido consecuencia de la ofensiva globalizadora del capital transnacional y
del proyecto neoliberal que ha sustentado la Unión Europea en favor de las
élites financieras mundializadas.