Especial
para La Página
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Tres ciudadanos estadounidenses fueron objeto de vigilancia
a nivel nacional: un funcionario de inteligencia del gobierno, una cineasta y
un hacker. Ninguno de ellos fue acusado de haber cometido algún delito, sin
embargo, fueron rastreados, vigilados, detenidos (en algunos casos a punta de
pistola) e interrogados sin tener acceso a un abogado. Todos ellos están
decididos a enfrentarse a los crecientes ataques del gobierno contra quienes se
oponen a sus políticas.
El funcionario de inteligencia, William Binney, trabajó durante más de 40 años en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), el organismo de espionaje estadounidense que hace parecer pequeña a la CIA.
El funcionario de inteligencia, William Binney, trabajó durante más de 40 años en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), el organismo de espionaje estadounidense que hace parecer pequeña a la CIA.
Como director técnico del Grupo de Información de Análisis Geopolítico y Militar Mundial, Binney tenía la tarea de “determinar cómo podíamos resolver la recopilación y el análisis de información sobre asuntos militares y de geopolítica en todo el mundo, en cada país del mundo”. En la década de los 90, la NSA desarrolló un amplio sistema de escuchas telefónicas cuyo nombre en clave era ThinThread y que, según afirma Binney, respetaba la protección de la privacidad de los ciudadanos estadounidenses consagrada en la Constitución. Recordó que “después del 11 de septiembre, la NSA abandonó el respeto por la privacidad de los ciudadanos y la Casa Blanca, la NSA y la CIA decidieron eliminar las protecciones a los ciudadanos estadounidenses y vigilar las comunicaciones a nivel nacional. De modo que comenzaron a recopilar información a través de una empresa comercial. La empresa que sé que participó proporcionó probablemente en promedio 320 millones de registros de comunicaciones entre ciudadanos estadounidenses dentro del país”. Debido a que el espionaje generalizado a nivel nacional se convirtió en la norma, Binney renunció el 31 de octubre de 2001.
Binney, al igual que otros funcionarios de la NSA, expresó
sus preocupaciones al Congreso y al Departamento de Defensa. Poco después, en
el año 2007, cuando el entonces Fiscal General Alberto Gonzales estaba siendo
interrogado en Capitol Hill acerca del espionaje a nivel nacional al que Binney
se oponía, una docena de agentes del FBI irrumpieron en su casa con sus armas
desenfundadas, apartaron del camino a su hijo y encontraron a Binney en la ducha.
A pesar de que había sido amputado a causa de la diabetes, le apuntaron a la
cabeza y lo obligaron a dirigirse al porche trasero para interrogarlo.
Esa mañana el FBI irrumpió en las casas de otros tres ex
funcionarios de inteligencia. William Binney dijo sobre la redada del FBI: “Lo que realmente estaban haciendo era
utilizar el castigo y la intimidación para evitar que fuéramos al Comité
Judicial del Senado a decirles 'Esto es lo que Gonzales omitió contarles'.”
Binney nunca fue acusado de ningún delito.
La cineasta, Laura Poitras, es una documentalista nominada a
los premios Oscar. Sus más recientes documentales son “My country, my country”,
que trata de la ocupación de Estados Unidos en Irak, y “The Oath”, documental
que filmó en Yemen. Desde 2006 Poitras ha sido detenida e interrogada en
aeropuertos al menos 40 veces, le han confiscado su computadora y sus cuadernos
de notas y presuntamente los copiaron, sin autorización judicial. La última
vez, el 5 de abril, intentó tomar notas durante su detención pero los agentes
le dijeron que dejara de hacerlo por considerar que el bolígrafo podía ser
utilizado como arma.
Poitras me dijo: “Dijeron
que la lapicera podía ser un arma peligrosa, que la lapicera representaba una
amenaza para ellos. Yo estaba rodeada de agentes de frontera que llevaban
armas, y al sacar una lapicera, la encuentran amenazante...Siento que no puedo
hablar del trabajo que hago ni en mi propia casa. Tampoco en mi lugar de
trabajo, ni por teléfono y a veces ni siquiera en mi propio país. De modo que
el efecto intimidante es muy grande”.
El hacker, Jacob Appelbaum, trabaja como investigador de
seguridad informática para una organización sin fines de lucro llamada Tor
Project (torproject.org), que desarrolló un programa de software libre que
permite realizar búsquedas en Internet en forma anónima y de ese modo evadir la
vigilancia del gobierno. Tor fue en realidad creado por la Armada de Estados
Unidos y ahora lo desarrollan y mantienen Appelbaum y sus colegas. El programa
es utilizado por activistas de todo el mundo para comunicarse a través de
Internet y es utilizado además por el controvertido sitio WikiLeaks para
proteger a quienes les envían los documentos filtrados que publican. Appelbaum
trabajó como voluntario para WikiLeaks, lo que provocó una fuerte vigilancia
del gobierno de Estados Unidos sobre él.
Appelbaum habló en lugar de Julian Assange, el fundador de
WikiLeaks, en una conferencia denominada Hackers en el Planeta Tierra (HOPE),
ya que se temía que Assange fuera arrestado. Comenzó su charla diciendo: “Hola a todos mis amigos y admiradores que
me siguen a través de las operaciones de vigilancia nacional e internacional.
Estoy aquí hoy porque creo que podemos hacer un mundo mejor. Lamentablemente
Julian no puede venir porque no vivimos en ese mundo mejor”. Appelbaum
también fue detenido al menos una docena de veces en aeropuertos. Describió así
lo que sucedió en una de las ocasiones: “Me
pusieron en una habitación especial donde me cachearon, me pusieron contra una
pared. ...Otro me tomó de las muñecas. ...El mensaje era que si no hacía un
acuerdo con ellos, sería abusado sexualmente en prisión. ...Se llevaron mis
teléfonos celulares y mi computadora portátil, pero luego me los devolvieron.
Básicamente querían hacerme preguntas sobre la guerra de Irak, la guerra de
Afganistán, saber cuál era mi opinión política”.
Le pregunté a William Binney si creía que la Agencia de
Seguridad Nacional tenía copias de todos los correos electrónicos que envío
dentro de Estados Unidos, a lo que respondió: “Sí, creo que tienen la mayoría”.
Binney contó que dos senadores de Estados Unidos, Ron Wyden
de Oregon y Mark Udall de Colorado, expresaron preocupación acerca de la
vigilancia, pero que no han hablado públicamente ya que, según él, perderían sus
bancas en el Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia. Mientras tanto, el
Congreso se encamina a votar la Ley de Intercambio y Protección de Información
de Inteligencia Cibernética, conocida como CISPA (por sus siglas en inglés).
Quienes defienden la libertad en Internet se oponen a este proyecto de ley
porque sostienen que legalizará lo que, de hecho, la NSA ya está haciendo de
manera ilegal.
Antes de votar la ley CISPA, los congresistas, a quienes les
gusta citar a los fundadores del país, deberían recordar estas palabras de
Benjamin Franklin: “Quienes estén dispuestos a renunciar a la libertad
fundamental a cambio de seguridad temporal no merecen ni la libertad ni la
seguridad”.
Amy Goodman |
Denis
Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.