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Especial para La Página |
Uno de los temas más apasionantes de la economía, pero a la
vez también más complejo, es el que se refiere a la distribución de la renta.
No en vano se trata del elemento clave en el funcionamiento de una economía
capitalista, razón por la que desde los clásicos (Smith, Ricardo, Marx…) se ha
estudiado como centro de las reflexiones. En este blog lo hemos tratado mucho,
si bien ahora me interesa mostrar un ejemplo que sirva para entenderlo mejor.
Primero unos conceptos rápidos para quien no esté
familiarizado con los indicadores económicos. Como sabemos, el valor monetario
de la riqueza que se genera en un país se mide a través del Producto Interior
Bruto (PIB). Este indicador puede descomponerse en dos partes: los beneficios
empresariales y los salarios. Esto no es ni más ni menos que la agregación del
comportamiento individual en las empresas. Hay un ejemplo habitual que sirve
para ilustrar esto y que describo y dibujo al final del post. Lo importante es
quedarse con el hecho de que el Producto Interior Bruto puede descomponerse en
la suma del valor añadido por ramas o, alternativamente, en la suma de la
distribución entre salarios y beneficios.