
Nada o casi nada permaneció igual a sí mismo luego de cada
una de las tres crisis mundiales que trastocaron la anatomía del capitalismo.
La larga crisis abierta en 1873 y la recuperación que le siguió, fueron el
preludio de la Primera Guerra Mundial, la de 1929 anticipó la Segunda Guerra y
la de la década del ‘70 culminó en la ofensiva neoliberal. La crisis actual que
comenzó en 2008 con la caída de Lehman Brothers y que ya lleva seis años,
parece ser antesala de cambios de magnitud similar. Si bien la historia no se
repite y por tanto resulta absurdo pretender identificar una crisis con otra,
existen necesariamente elementos que se recrean. Irrumpen formas semejantes
–algo hay aquí de la famosa repetición como farsa, si se admite la
licencia- que consideradas atinadamente permiten, hasta cierto punto, reconstruir lo
nuevo e intentar asir aspectos de su dinámica.