◆ Si el antropocentrismo
especista sobrevive es sólo por dos motivos: la resistencia al cambio de los
humanos y el poder de los 'lobbies' económicos
◆ Es imposible construir sociedades en paz, igualitarias y justas para los humanos mientras sus cimientos se hunden en la violencia contra otras especies
Núria Almiron
◆ Es imposible construir sociedades en paz, igualitarias y justas para los humanos mientras sus cimientos se hunden en la violencia contra otras especies
✆ Pedro Strukelj |
La historia del capitalismo ha sido contada de muchas
formas: tanto desde arriba, desde la perspectiva de las élites, como desde
abajo, desde la perspectiva de los explotados. Sin embargo, hasta hace muy poco
todas estas visiones adolecían de un sesgo antropocéntrico que impedía
comprender realmente lo que subyace, invisible, en las entrañas más oscuras de
este sistema.
La visión antropocéntrica dominante ha dado prioridad al ser
humano hasta el extremo de borrar una parte esencial de su historia: la
explotación masiva y cruel de animales no humanos en la que, junto a la
explotación de seres humanos, se ha basado el capitalismo desde sus inicios
hasta hoy. De hecho, esta realidad da nombre al propio sistema: capital, la
raíz de capitalismo, procede del latín capitalis
o "relacionado con la cabeza".
La etimología de la palabra capitalismo
revela, pues, cómo se empezó midiendo la riqueza: cuantas más cabezas (de
ganado), mayor riqueza. Pensadores tan opuestos como Adam Smith y Karl Marx
compartieron el reconocimiento del enorme papel que los animales no humanos
habían tenido en los primeros procesos de acumulación de capital. Hoy sabemos,
además, que el uso y explotación de todos esos seres vivos no ha contribuido al
progreso de la humanidad, como se nos ha hecho creer, sino a su devastación
moral y material.