
¿Qué sabemos sin lugar a dudas sobre lo que está pasando en
Siria? Relativamente poco. O, al menos, no tanto como deberíamos saber
considerando la atención que ha despertado el conflicto en los medios. Sólo
sabemos que están muriendo sirios y que continuarán muriendo muchos más. Ni
siquiera tenemos claro cuántos sirios han perdido la vida. Podríamos estar
hablando de 20 mil muertos, de los cuales 14 mil habrían sido civiles, según
estimaciones de organizaciones próximas a la resistencia siria. Otras fuentes,
como la ONU, calculan en 17.000 los muertos.
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® Mapa de Siria |
Las masacres han sido periódicas y en una paulatina escalada
de crueldad. Según todos los indicios, la mayoría habría sido cometida por las
tropas del régimen o sus para-milicias afines. El régimen, por su parte, ha
acusado a los rebeldes de cometer algunas de las matanzas, en especial contra
soldados sirios. Algunas de estas acusaciones han sido confirmadas por el
gobierno iraquí. Las pocas investigaciones ponderadas que han intentado
llevarse a cabo no descartan que, en efecto, elementos de las fuerzas
opositoras al régimen de Al-Asad hayan podido cometer por su parte matanzas
igual de odiosas que las imputadas a las tropas gubernamentales. Es el caso de
la masacre de Houla: 108 personas asesinadas, incluyendo 49 niños y 34 mujeres.
Las informaciones que han llegado desde Siria en los últimos
meses han estado contaminadas, en gran medida, por un uso excesivo del tiempo
condicional y la sensación de que las contradicciones superan con mucho a las
certezas: el régimen de Al-Asad podría caer de un día a otro; el régimen podría
durar más de lo que se piensa, aunque no se descarta que a medio plazo
terminará por caer; las filas de los rebeldes podrían estar controladas por
grupos yihadistas; potencias extranjeras estarían interviniendo en el
conflicto; potencias extranjeras estarían negándose a implicarse en el
conflicto, etcétera.