Foto: Ernesto Laclau |
La última vez que compartí unos días con Ernesto Laclau y
Chantal Mouffe, poco antes de su inesperada muerte en Sevilla, ya comenzábamos
–y yo lo intentaba con un interés especial– a pensar en Podemos como una
encrucijada diferente en la realidad política europea. Una de las diferencias
más decisivas en la experiencia política de Podemos era precisamente el “factor
Laclau”. Recuerdo aún aquellos días de Huelva, y las primeras aproximaciones
teóricas que yo intentaba exponer frente a ellos y la habitual distancia
irónica de Ernesto y el claro interés de Chantal Mouffe por los detalles más
precisos y mejor definidos del asunto... Podemos. Este “asunto”, entre otras
novedades, participaba de una singularidad que exigía su propia indagación, tal
como yo ya había podido sugerirlo en el programa 6, 7, 8 de la televisión
argentina.
A saber, Podemos era una construcción política que
encontraba su especial inteligibilidad si se tenía como referencia teórica la
obra de Ernesto, en particular su gran desenlace: La Razón Populista. Por
supuesto no se trataba, como le gusta plantearlo a la derecha argentina en
términos de “asesoramiento” de “intelectuales K”, era una cuestión mucho más
verdadera y real, la propia realidad en el proceso de construcción de la
experiencia Podemos reclamaba la lectura del texto de Laclau, porque sólo a
partir de ella ciertos elementos constitutivos de la misma encontraban su
explicación estructural.