Después de haber sobrevivido –el pasado 21 de diciembre– al
anunciado fin del mundo, nos queda ahora tratar de prever –con razonamientos
prudentes pero más cartesianos– nuestro futuro inmediato, basándonos en los
principios de la geopolítica, una disciplina que permite comprender el juego
general de las potencias y evaluar los principales riesgos y peligros. Para
anticipar, como en unos tableros de ajedrez, los movimientos de cada potencial
adversario.
Si contemplamos, en este principio de año, un mapa del planeta,
inmediatamente observamos varios puntos con luces rojas encendidas. Cuatro de
ellos presentan altos niveles de peligro: Europa, América Latina, Oriente
Próximo y Asia.