
Se sabe que toda operación de andar poniendo fechas,
orígenes o puntos clave en la historia es antojadiza o arbitraria. Pero también
se sabe que es, hasta cierto punto necesaria. 1989 fue el fin anticipado del
corto siglo XX, de acuerdo a lo que ya es un lugar común en algunos
observadores: fin del socialismo Real, comienzo de la expansión ilimitada del
capitalismo de mercado y de la ontología brutal de la globalización. Para la izquierda
uruguaya fue el comienzo de la crisis del ala marxista tradicional. También fue
el año en que el Partido Nacional ganó las elecciones. Lacalle nos hacía
sentir, casi por primera vez, que nos gobernaba directamente una clase social;
quiero decir, no una élite (o una clase) política que representa eventualmente
los intereses de tal o cual sector o clase social, sino directamente una clase,
un tipo e incluso un estilo o un gesto social: una vestimenta, un look, un
dialecto, una forma de hablar.