
La suerte está echada y nada puede hacerse para evadir la
pregunta que flota en el ambiente: ¿Portugal es un negocio o una democracia?
Para el Gobierno y sus satélites, Portugal es un negocio. A pesar del escándalo
de las contribuciones a la seguridad social (TSU) [1], la confiscación de un
salario más a los trabajadores portugueses y su transferencia a los
empresarios, lo más grave e irreversible que está sucediendo tiene que ver con
las privatizaciones y los negocios internacionales que éstas propician. El
intermediario de estos negocios se llama Antonio Borges, un agente opaco, como
todos los agentes-sombra. Al contrario de lo que parece, no es un intermediario
neutral y mucho menos un atento cuidador de los intereses nacionales. Es un
agente de Goldman Sachs con pasaporte portugués. Su principal negocio es la
venta de activos nacionales a precio de saldo, aunque también está interesado
en entregar a Monsanto la producción agrícola transgénica y a otras
multinacionales los recursos naturales del país. Si tuviera el poder y la
oportunidad, este hombre causaría un daño inmenso a Portugal. >> Leia em
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