Gloria Gaitán
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Especial para La Página
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En Colombia se les llama “cachacos” a quienes, con aire de
gentlemen inglés, pertenecen a la clase
alta bogotana. Son los herederos de los criollos neogranadinos que, deseando
beneficiarse del poder y la riqueza de que disfrutaban los colonialistas
españoles, buscaron la independencia de la Nueva Granada en un
“quítese Ud. para ponerme yo”, porque su
intención no era, ni mucho menos, que el país se encaminara por los canales de
la justicia, la igualdad, la fraternidad y la libertad.
Aprovechando el ánimo independentista de esta estirpe
criolla, Inglaterra se aprestó a apoyarlos, a fin de lucrarse de las grandes
ganancias y riquezas que las explotadas colonias americanas le proporcionaban
hasta entonces a España. Es así como los “criollos” neogranadinos sufrieron una
fuerte mutación cultural, marcada por un dejo “british” que hasta el día de hoy
los persigue.
Son inmensamente polite
(bien educados) con modales y urbanidad a toda prueba, llegando hasta el
uso de costumbres cortesanas, con la subsecuente hipocresía. “¡Qué alegría encontrarte! ¿Cuándo te dejas
ver para atenderte?”, es la frase ritual de los encuentros callejeros. Si
alguien no está familiarizado con el estilo solapado de la clase encopetada
bogotana, se cree el cuento y se queda esperando, per secula seculorum, a que lo inviten y lo “atiendan”.