Jesús Dapena Botero
El año 1984 llegó, sin que las cosas aparentemente hubiesen
cambiado demasiado en relación con lo que se vivía en 1949, cuando se publicó la novela de George Orwell, tras su retiro la isla de Jura, donde redondearía
su relato, el cual había empezado a rayar desde 1945, en los prolegómenos de la
Guerra Fría. La isla de Jura debía resultar para el escritor un sitio alejado
de la civilización y todo su malestar, para un hombre que pensaba que, tal vez,
había que dar marcha atrás y retornar a un mítico pasado, donde hubiera lugar
para el buen salvaje rousseauniano.
Tal vez, no percibíamos demasiado bien los cambios; de todas
formas, no nos estábamos bañando en el mismo río.
Esa falta de registro era quizás, por esa sensación de
continuidad que se da, en la medida en que los años parecieran estar tan bien
empatados, que ni se nota el empalme del uno con el otro.
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Al final: 1984 [Película completa] |
En 1984, las guerras locales no cesaban; había luchas en el
Golfo Pérsico entre iraníes e iraquíes; los bombardeos israelíes sobre el
Líbano hacían sangrar y morir a sus gentes así, en Panamá, se firmara un
anteproyecto de paz para Centroamérica, con la intercesión del Grupo de
Contadora; sin embargo, en Europa había todo un despliegue de misiles
soviéticos sobre Alemania Oriental, mientras en Suecia se inauguraba una
conferencia para el desarme en Europa.
En Brasil, se exigía un retorno a la democracia y terminar
de una vez por todas con el Régimen Militar, mientras en una Declaración en
Caracas, España y varios países democráticos de Latinoamérica calificaban la
Democracia como el mejor sistema político para los países de la región pero,
paradójicamente, España compraba misiles antiaéreos a Europa y, en Asia, comandos
palestinos no se quedaban quietos para atacar a Jerusalén y, en Afganistán, se
producía una amplia ofensiva de las fuerzas soviéticas.