Héctor Ezequiel
Méndez
Nuestros pueblos históricamente sometidos no aparecen en la
historia mundial sino como una caricatura cómica con el agravante de ser
descubiertos por los europeos. Ésta región cuna de los mayas y de las
civilizaciones indígenas que poblaron y nutrieron nuestras tierras en el pasado
cuya conquista, sometimiento y cuasi exterminio implicó la destrucción de la
maravillosa cultura, diversidad religiosa, avances científicos de todo tipo,
forma de organización, arraigo defensa y convivencia solidaria con la madre
Tierra, que honorablemente poseían.
Por designios históricos y bajo el yugo europeo nuestros
ancestros se especializaron y a una nos predestinaron a la resistencia;
resistencia a todo un universo de crímenes a que se nos sometió; y por más de
400 años seguimos siendo víctimas. Desde nuestro nacimiento para el mundo
europeo –porque nosotros desde antes ya éramos- sólo aparecemos como una de las
regiones del mundo saqueadas dentro de la acumulación originaria sobre la que
se erigió el modo de producción capitalista; como escribe Galeano en la
alquimia colonial y neocolonial nuestra riqueza se convirtió [y se convierte]
en nuestra pobreza.
Tras 297 años de esclavitud española nuestro pueblo
denominado El Salvador se abrió al mundo para ser sometido de nuevo por el
Imperio Británico y luego por los Estados Unidos; cambiando sí -y sólo eso- la
forma del sometimiento. Y de nuevo los salvadoreños adoptamos una nueva forma de
resistir ya no al látigo, sino a los comerciantes londinenses y banqueros
ingleses, a las empresas yankeesde la Railaw Co.,UnitedFruit Co., etc.

















