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Un ejemplo claro de esto fue la votación no muy pareja en la
Organización de Estados Americanos (OEA) en relación con Venezuela el 7 de
marzo. Veintinueve de 32 países no solamente rechazaron el intento de
Washington de hacer que la OEA interviniera en Venezuela, sino que también, por
si fuera poco, aprobaron una resolución en la que expresaron su solidaridad con
el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Es difícil imaginar una derrota
diplomática más rotunda que esta en una institución en la que el gobierno
estadunidense aún tiene un alto y desproporcionado grado de influencia.