¡Cuán trabajosa me resulta la tarea de escribir! No puedo concentrarme en un tema específico y esa debilidad trae como consecuencia un bloqueo intelectual que me impide producir un texto escrito. Trato en este momento de hacer algo para resolver este problema, y simplemente me dedico a teclear sin ningún plan preconcebido, sólo tratar de hacer algo para ver cómo puedo afrontar esta situación.
Por lo demás, si bien reconozco que tengo este impedimento, no me preocupa en exceso. Reconozco también que la situación personal que vivo, abrumado por la tristeza, es un factor importante. Pero el precio que tendría que pagar para superar esta situación es demasiado alto: Tendría que olvidarme de Amelita, tendría que sepultar sus recuerdos, tendría que tender un manto, una cortina que me permita ocultar mis sentimientos. No estoy dispuesto a pagar ese precio; es más, no estoy en condiciones de hacerlo.
Pública y privadamente siempre manifesté el amor que sentía y practicaba, por y para mi Amelita. Ahora que ella ya no me acompaña más en este mundo, sólo me resta seguir, como se dice, los dictados de mi corazón, que me dice que no debo ni puedo olvidarla, porque sus recuerdos y su ejemplo son el mejor alimento para mi espíritu, atormentado y muy dolido.
No sé cuánto tiempo estaré así. No me importa saberlo; pero trataré de escribir cualquier cosa. A ella le hubiera agradado mucho.