“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/9/17

Aciertos y problemas de la superexplotación

Claudio Katz

La superexplotación fue una tesis central de la teoría de la dependencia postulada por Marini. Subrayó que las clases dominantes de la periferia compensan su lugar subordinado en el mercado mundial, remunerando a la fuerza de trabajo por debajo de su valor. A través de esa succión adicional de plusvalía, los capitalistas preservan sus ganancias e imponen salarios inferiores por jornadas de labor más prolongadas e intensas. Con esos mecanismos contrarrestan el deterioro de los términos de intercambio generado por la provisión de materias primas y la adquisición de bienes elaborados.
Como los grupos dominantes priorizan los negocios de exportación, desatienden el bajo nivel de los ingresos populares y la consiguiente contracción del mercado interno.
Marini atribuyó la consolidación de este modelo a la sobrepoblación histórica de América Latina. Señaló que el gran volumen de la mano de obra indígena -reforzado con los flujos inmigratorios- aportó los excedentes demográficos requeridos para apuntalar la superexplotación (Marini, 1973; 38-49).
El teórico brasileño planteó esta interpretación del subdesarrollo en contraposición a los liberales, que explicaban el retraso regional por el desaprovechamiento de las ventajas comparativas y el desaliento de las inversiones extranjeras. Contrastó también su enfoque con los keynesianos, que resaltaban la reducida promoción estatal de la industrialización (Marini, 2005:139-150). La superexplotación fue concebida, por lo tanto, como un rasgo determinante de la configuración socio-económica de la región.