Immanuel Wallerstein | La respuesta corta es: muchísimo. Estados
Unidos, como un todo –en particular los estados del sur que fueron parte del
intento de secesión en 1861, algo que se conocía como la Confederación–, se ha
embrollado en un apasionado debate que dura ya semanas. El 17 de junio, un hombre
joven, llamado Dylaan Roof, autoproclamado supremacista blanco, mató a ocho
personas e hirió a muchas otras en la iglesia Emanuel AMF, templo cristiano
histórico de los negros de Charleston, Carolina del Sur. Uno de los muertos fue
la reverenda Clementa C. Pinckney, quien pertenecía al Senado estatal de
Carolina del Sur. La violencia contra las personas negras no es inusual en
todos estas entidades. De hecho, sigue siendo frecuente y rara vez se le
castiga seriamente. Lo que también es cierto en los estados de la antigua
Confederación es el persistente uso de símbolos legales, como la bandera de la
Confederación. Se ha utilizado como parte de las banderas de los estados y como
parte de las placas automovilísticas. Han existido muchas estatuas en terrenos
estatales de personas que fueron prominentes durante la secesión.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell
25/7/15
Las banderas y otros símbolos: ¿importan acaso?
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