◆ “O quizá se trata otra vez de la misma paradoja: que la historia que
acontece delante de nuestra narices debería ser la más clara, y sin embargo es
la más delicuescente” — Julián Barnes, El sentido de un
final
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Visualización 3D de ondas
gravitacionales producidas
por dos agujeros negros orbitales. Imagen Henze, NASA |
José Ma. Rodríguez |
Cuando sucede un hecho histórico los participantes suelen decir: estamos
haciendo Historia. Quieren decir que lo que están viviendo se publicará en los
libros de Historia del futuro. Cuando ocurre algo semejante en ciencia no se
dice que se está haciendo Ciencia, expresión que se reserva para el trabajo
silencioso que miles de científicos realizan día a día, con el que se va
tejiendo la red que permite de vez en cuando hallazgos como el que hoy nos
ocupa, la ondas gravitacionales. La confirmación de la existencia de las ondas
gravitacionales, que hemos conocido hace poco, aparecerá en los libros de
Ciencia, igual que la caída del muro de Berlín aparece en los de Historia.
Esta confirmación experimental ha sido tan importante que ha
eclipsado otros dos asuntos de gran relevancia científica a los que ha ido
ligada: la comprobación de la existencia de los agujeros negros y la manera en
que estos pueden interactuar.