“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

6/1/14

Notas sobre la actualidad de Lukács

Miguel Vedda  |  La sola idea de considerar a un filósofo como Lukács encierra ya de por sí una provocación y un riesgo; no tanto porque pertenezca, como suele decirse, a la vasta sociedad de los pensadores olvidados y “superados” por las vicisitudes históricas y los cambios en las modas filosóficas –la continua y profusa aparición de libros y artículos sobre su obra basta para relativizar este mito; y ello a pesar de que cada nuevo estudio se inicie con una advertencia respecto de la “inactualidad” del tema escogido–. El principal escollo que uno encuentra al enfrentarse con la teoría lukácsiana es, quizás, la densa maraña de malentendidos[1] tejidos en torno a la obra y la persona del filósofo; un testimonio de ello lo ofrecen las incontables tentativas de vincular sus teorías con las de un marxismo economicista para el cual la conciencia constituye tan sólo la tabula rasa en la que se inscriben los datos provistos por la realidad externa. Esta acusación ha ido acompañada de otra no menos errónea, según la cual la estética lukácsiana representaría un intento por