“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

9/5/13

Marcuse y los orígenes de la teoría crítica / Contribuciones a una fenomenología del materialismo histórico

J.M. Romero Cuevas
  • Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigación “La filosofía de Martin Heidegger analizada desde la perspectiva de la Escuela de Frankfurt”. Para un análisis más extenso y detallado de las siguientes problemáticas véase: “Herbert Marcuse y los orígenes de la teoría crítica. Una aproximación”; H. Marcuse y los orígenes de la teoría crítica’ e ‘Introducción: ¿Entre Marx y Heidegger? La trayectoria filosófica del primer Marcuse’, en Herbert Marcuse, Entre hermenéutica y teoría crítica.
Entre los miembros de la denominada Escuela de Frankfurt, quizás sea la producción filosófica de Herbert Marcuse (1898-1979) la que menos ha atraído la atención de la academia. A pesar de que la mayoría de sus obras fundamentales (Razón y revolución, Eros y civilización o El hombre unidimensional) han sido traducidas al castellano, aún no se ha producido una confrontación rigurosa con la obra de Marcuse. Como es sabido, Marcuse se incorpora en 1933 al Institut für Sozialforschung, bajo la dirección de Max Horkheimer, pero su trabajo filosófico había comenzado ya varios años atrás, durante su estancia en la Universidad de Friburgo como asistente de M. Heidegger.

Vittorio de Sica, pionero del cine en la calle y del neorrealismo

Foto: Vittorio de Sica
Cuentan que un día de 1945, cuando los nazis acababan de dejar la capital italiana, Vittorio de Sica iba en bicicleta por Roma y se topó con Rossellini, tumbado en la escalinata de la plaza de España. “¿Hola Roberto, ¿Qué tal? ¿Qué estás haciendo?”, le saluda. “Voy a rodar una película sobre la ocupación, con Anna y un cómico nuevo, un tal Fabrizi, en el papel de cura. A ver qué sale. ¿Y tú?”, se interesa. “Yo nada, tengo la idea de hacer algo sobre los sciuscià, ¿sabes?, esos niños que limpian los zapatos en la calle”, confiesa. “En aquel instante, nació el neorrealismo”, sella Emi de Sica, hija mayor del director: Rossellini realizó ‘Roma ciudad abierta’ y su padre ‘El limpiabotas’, tierna y dolida epopeya que trajo a Italia el primer Oscar, en 1946.

De Sica (1901-1974) no fue solo el pionero del cine hecho en la calle: antes fue un cantante de fama, talentoso intérprete de teatro y, luego, actor y maestro de la comedia a la italiana, descubridor de actores como Sophia Loren o Alberto Sordi; marido y padre de dos familias distintas, censurado y excomulgado por la Iglesia, escándalo en la Italia conservadora que despertaba de la guerra. De Sica fue, ninguno y cien mil, por citar el título de una obra esencial de Pirandello. Todos sus rostros se desvelan al visitante de la exposición ‘Tutti de Sica’, en el Ara Pacis de Roma.