“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

10/10/14

Las raíces de la violencia en la obra de Cornelius Castoriadis

Cornelius Castoriadis
Pablo Secca
Vicent Ballester García

Partiendo de presupuestos psicoanalíticos, pero en abierta discrepancia con el deter- minismo freudiano, Castoriadis define el núcleo psíquico original (al que llama monádico), como un estado de locura totalitaria en que el yo es omnipotente y sus representaciones, afectos y deseos indiferenciados. Ese núcleo es radical y violenta- mente antisocial, es raíz de todo odio y violencia. El proceso de socialización comportará la limitación de esa omnipotencia de la psique, proporcionando las significaciones imaginarias sociales (tribu, religión, nación…) como sucedáneos de sentido de aquella omnipotencia perdida. El ser humano, dice Castoriadis, no es un ser racional, es un ser loco, que desea la certidumbre de la creencia. Pero, al mismo tiempo, se manifiesta en él esa imaginación radical, fuente original de toda representación (vinculada siempre a afectos y deseos), que puede hacer posible la aparición de la subjetividad reflexiva y deliberativa. Frente a la violencia de la clausura de sentido que ofrecen las sociedades cerradas, observamos procesos de reconocimiento de la alteridad.

Reino Unido: Un orden social en quiebra

Owen Jones 
Una consigna debería morder la conciencia de todos los delegados del “partido del pueblo” cuando vayan a reunirse a Manchester esta semana: “Vota no, el riesgo es excesivo”. Esa fue una de las ofertas finales del Partido Laborista al pueblo de Escocia en el momento álgido del referéndum por la independencia. Ningún llamamiento a la recuperación de las nobles tradiciones compartidas de escoceses, galeses e ingleses cuando desafiaron a los poderosos para construir una sociedad mejor; ninguna promesa convincente de forjar una nueva Gran Bretaña donde impere la justicia, la igualdad y la honestidad y que el “nuevo laborismo” fue incapaz de impulsar. En su lugar, la cáscara vacía que es el Partido Laborista escocés se alió con un Partido Conservador que en Escocia no es más que un grupo marginal y aplaudió a las grandes empresas que amenazaban con retirarse de Escocia y dejar la economía en el alero.