“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

18/11/13

Fragmentos del mundo | Un abordaje posible al texto ‘Del rigor en la ciencia’ de Jorge Luis Borges

J. L. Borges ✆ Fernando Vicente
Analía Gonzalía [1]  |  ¿Es  posible para el hombre conocer más allá de aquello que le muestran sus ojos? Para los cartógrafos del Imperio del que nos habla Borges no. En el cuento ‘Del rigor en la ciencia’ [2] de Jorge Luis Borges la rigurosidad por la reproducción perfecta del Imperio llevó a un mapa totalmente inútil pues el último realizado fue destruido. Esto nos hace reflexionar sobre el rigor en las disciplinas. La obsesión por conocer exhaustivamente una cosa llevó a estos hombres a una mera reproducción de lo visto. Conocer no tiene porque significar reproducir. El solo reproducir termina siendo una copia y no implica un proceso de conocimiento. El conocimiento así concebido es un producto y no un proceso productivo complejo. Un niño copia las letras de su nombre en un papel y el padre orgulloso comenta a los familiares que el niño “sabe” escribir su nombre. Pues el niño ni “sabe” escribir su nombre ni “conoce” las letras, solo copio lo que vio. Hizo una reproducción, una réplica, una líneas que dieron por producto final un nombre pero no hubo en el medio ningún proceso mental para llegar a tal fin. Así, los hombres del cuento han reproducido lo visto. En un primer intento
seguramente el mapa fue menos detallado que en el último y final intento por conocer. La búsqueda obsesiva por la perfección llevó cada vez más a copiar lo visto con exactitud. La representación llevo a la copia sin búsqueda de interpretación y sin un nuevo enfoque. Y la misma búsqueda de perfección llevo a la imperfección pues la copia nunca será igual a la versión original. Buscar la perfección por medio del razonamiento intelectual quizás sea una utopía, como la copia es una tarea vacía. ¿Cuál es el fin de la reproducción? ¿Para qué un hombre copia algo que existe? ¿Solo por copiarlo o lo hace para entenderlo?

El primer mapa fue hecho a escala y con esto hago un paralelismo con el conocimiento de la ciencia, ya que a ella hace referencia el título. En épocas anteriores la ciencia seguramente no tenía el mismo grado de exactitud y de comprobación empírica que tiene ahora. Eso me lleva a pensar que los resultados no eran muy precisos, tal como supongo que sería el mapa a una escala menor en el cuento. A mayor avance en el tiempo, los resultados se van complejizando y por lo tanto son más precisos en sus detalles. Así imagino al mapa que de tan detallado era tan grande como el Imperio mismo. Después de haber llegado a tan alto grado de complejidad y supuesta exactitud, las nuevas generaciones cambian el paradigma científico y así el mapa es considerado ahora inútil, y lo rompen, tirando sus fragmentos a un lugar desierto. Esa imagen da una idea de inutilidad total pues no solo los pedazos del mapa están lejos y destruidos por las inclemencias del tiempo sino que están rotas la manera de conocer también. ¿Cuáles eran los nuevos paradigmas científicos que los jóvenes descubrieron? Cuáles los nuevos objetos de estudio?

El hombre tiene curiosidad por conocer. Ahora cabe preguntarse cuanto es lo que el hombre es capaz de conocer. La copia, en el caso del mapa del Imperio, era la manera que tenían estos  hombres estudiosos de la cartografía. El Imperio como copia. El mundo como copia Abordando la teoría platónica de las ideas entonces el mundo es una copia del mundo ideal que no es el fenomenológico, pues este mundo es solo una sombra del ideal. Este mundo es mutante, ilusorio e imperfecto. Así, al igual que este mundo, el mapa es una copia degradada del Imperio ideal. Incluso en el texto de Borges la cartografía es nombrada como un arte. La palabra arte nos da una idea de una representación, de algo aprendido por el hombre y de una mimesis de algo ya existente en la mente del artista o en el mundo como tal. Platón consideraba a las artes como peligrosas pues engañaban a los que no podían distinguir este proceso de representación y tomaban a una copia como lo real.  Entonces, para escapar de la ilusión del conocer tendríamos que tener un atisbo de duda acerca del mundo fenoménico para darnos cuenta de que existe otro mundo y a partir de ahí intentar aprender de una manera distinta a la que veníamos aprendiendo. En esa duda es que aparece el cambio de perspectiva de lo visto, cambia la mirada sobre lo que miramos. Allí es donde tengo la posibilidad de conocer, en ese destello de despertar que nos indica otro camino de conocimiento y nos abre una puerta nueva a la búsqueda. Siguiendo este recorrido, al hacer una copia en mayor o menor o igual escala de algo que ya existe no se hace más que reproducir en mayor o menor o igual escala lo que se ve pero de ninguna manera se está accediendo al conocimiento del objeto.

De todas maneras, aunque el final del relato parezca desgraciado, veo en las nuevas generaciones que se atrevieron a romper el mapa en pedazos una oportunidad de volver a agudizar la vista y ver algo más que solo lo que se ve. Se adivina en ese ímpetu de cambio un cambio de paradigma y de mirada sobre el Imperio. Así como el esclavo en la “Alegoría de la Caverna” suelta sus cadenas y se anima a subir a la superficie y ve algo diferente aunque al principio no pueda distinguirlo, pero sabe que está ahí, y que es nuevo para él. Que es una experiencia nueva y como tal el primer impacto es shockeante. La mera observación no alcanza para conocer, es necesario algo más. La observación estaría bien para una etapa inicial pero debe ser superada para poder conocer.

Al romperse el mapa del Imperio en fragmentos, el Imperio quizás ya tampoco sigue existiendo como tal pues un cambio en la mirada hace desaparecer al objeto de estudio original y ya no es lo que era, sino que con la nueva mirada ya se ha transformado el también en otra cosa. El mapa exacto legitimaba al Imperio como tal, así como un relato histórico legitima un momento pasado y lo construye. Al fragmentarse el mapa quizás el Imperio ya no es posible de ser visto como lo que era y dejo de existir.

Copiar la versión original no solo no es conocer sino que es una tarea imposible. La realidad no es estática, va cambiando continuamente por lo que al copiar la geografía del Imperio este ya esta modificándose y el mapa entonces iría convirtiéndose en obsoleto mientras va siendo construido. Es imposible volcar la realidad en una copia y que esta copia sea certera, como es imposible mantener el momento presente aunque mas no sea un segundo porque rápidamente se convierte en pasado y no sabemos del instante previamente porque todavía está en el futuro. Solo podemos suponerlo, y es comprobable recién cuando sucede.

¿Es posible ver otra cosa más que lo que podemos ver? Nuestra mirada es realmente una mirada original y única o es una mirada que es copia de las anteriores miradas y esa de las anteriores? Y si así fuera, es posible mirar de otra manera diferente a la que ya ha moldeado nuestro razonamiento y estructura mental? Recordemos que según Platón nuestros ojos mortales no son confiables para conocer pues son imperfectos. Cuando miramos un objeto bien podríamos preguntarnos si realmente podemos verlo tal cual es o si lo que vemos es la propia representación mental que ya tenemos del objeto. Por eso enfrentarnos a un objeto desconocido nos interpela así como una situación, la cual nos ocurre por primera vez, nos descoloca. El conocimiento previo nos remonta a una representación mental, a un lugar seguro y conocido y la novedad nos pone en situación de alerta y enseguida intentamos ubicar el evento dentro de las categorías que tenemos preasignadas. Y así el momento novedoso rápidamente pasa. Quizás sea posible aprender a mirar de una forma diferente, quizás podamos aprender a conocer el mundo con otros ojos. Ahora, si esto fuera posible, el proceso de producción de ese conocimiento sería intelectual o sería perceptivo?

Pensemos en cuanto hay a nuestro alrededor que nos afecta y que nuestro ojo humano no puede captar. Pensemos en la cantidad de ondas, producto de la invasión de la tecnología, que nos afectan pero que no vemos. Pensemos en cuantas cosas habrá que escapan de nuestro alcance cognitivo y racional. Sin embargo muchas veces podemos percibir situaciones aunque sean inexplicables y hasta incomprobables por medio de la razón. Podemos tener cierta percepción de que este mundo en el que estamos y que vemos no puede ser todo lo que existe. Quizás existan diferentes posibilidades de conocimiento, algunas comprobables y algunas otras no. Quizás existan tantos mundos como individuos preparados para conocerlo. Quizás no es posible llegar a una forma completa y única.de conocimiento. La posibilidad de conocimiento finito es racional pues hay una decodificación del mundo que si tenemos la intención de expresarlo se sujeta al lenguaje. La posibilidad de conocer escapando de los mecanismos de la mente es más amplia, pero la comunicación de este conocimiento se sintetiza si queremos expresarlo verbalmente. Este conocimiento es trascendental e inexpresable. Es un conocimiento contemplativo, en donde la observación es el disparador pero no el límite.

Queda preguntarnos si el hombre con sus limitaciones puede conocer la realidad. Pensando en una realidad amplia e ilimitada esto parece imposible. Cabe ahondar en la pregunta ¿cuál es la realidad?, ¿la que esta fuera o dentro de nosotros? Podemos interrogarnos sobre nuestras propias limitaciones para conocer, sobre nuestros esquemas de conocimiento, sobre nuestra voluntad por conocer y sobre la amplitud  que desarrollemos para incorporar nuevas maneras de aprender. Quizás debamos conformarnos con ver solo fragmentos de la realidad. Quizás fragmentos ajados y deslucidos es todo lo que podamos ver con nuestros ojos mortales. Fragmentos que solo son la copia de un mundo.


[1] Alumna de la carrera de Humanidades de la UNSAM.
[2] Publicado en ‘Una historia universal de la infamia’ por Emecé en 1958.