En Las luchas de
clases en Francia (1850) –una serie de artículos publicados luego como
panfleto separado (1895)–, Carlos Marx, analizando las grandes transformaciones
políticas por las que a mitad del siglo XIX pasa este país, describe la lucha
de clases como “política ejercida en ‘terreno ideológico’ y en ‘disfraces
ideológicos’”. Hoy, desde luego, seguimos en el terreno ideológico e incluso
–por la contraofensiva del neoliberalismo– quizás más que nunca. Seguimos, también, en el teatro de los disfraces. En la
escena política francesa destacan las patéticas figuras de François Hollande y
Manuel Valls, que sólo andan de socialistas para representar mejor los intereses
clasistas de la patronal y del gran capital. Pero después de varios años de
aburrimiento y tras oscuros meses de desmovilización por las amenazas del
terror y miedo inducido desde el Estado, finalmente se caen las máscaras.
Las intensas movilizaciones sindicales –huelgas, piquetes,
bloqueos, hasta luchas en las barricadas– y el surgimiento del movimiento Nuit
debout en respuesta a la neoliberal reforma laboral que aumenta horas de
trabajo, facilita despidos, anula la negociación colectiva y contratos por rama
gremial, arrastrando a los trabajadores de vuelta al siglo XIX y tiempos de
Marx, constituyen un nuevo capítulo en las luchas de clases en Francia.