“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

7/7/13

Ortodoxos y heterodoxos | Ludovico Silva, filósofo de palabra clara y de efectos destructivos

Ludovico Silva
Óscar Olmedo Llanos  |  Hoy, muchos confunden la crítica teórica-ideológica con la disputa por espacios de poder. El llamado socialismo del s. XXI está caracterizado por una des-ideologización y ausencia de crítica teórica, por no contar precisamente con una teoría crítica. Por eso se inclina cómodamente a un tipo de disputa interna caracterizada por objetivos estrictamente partidario-mercantiles en el que todo es posible para posesionarse dentro su partido. En el mejor de los casos, cuando discuten determinados ítems de su programa de gobierno, los llaman seriamente discusiones “de fondo”, confundiendo explícitamente el sustento ideológico con la praxis cotidiana del aparato del poder. 

Diferente fue la postura adquirida por el anterior socialismo que inundaba las librerías con sus libros creativos, críticos, y en muchos casos con aportes necesarios a su teoría. Un caso del marxismo latinoamericano que tuvo un icono durante la década de los 70’ en Venezuela, fue el de Ludovico Silva, filósofo de palabra clara y de efectos destructivos sobre aquellos marxistas ortodoxos de aquellos años.