Nuestra tierra, la que nos pertenece porque nacimos en ella, nuestra patria, se ha convertido hoy en tesoro codiciado por la piratería transnacional en tiempos de decadencia y de crisis sistémica del capital.
Las transnacionales, Sarmiento Angulo y Santodomingo,
Efremovich y Francisco Santos, y muchos otros piratas feroces de parche y
cuchillo, se han abalanzado al saqueo de las riquezas que aún le quedan a
Colombia, con la anuencia gansteril y patente de corso del Presidente Santos.
Invertir en la tierra, tiene hoy alcances estratégicos. La geografía, el
territorio, se han convertido en la obsesión de la avaricia del capital. Ante
la declinación de la producción petrolera a escala mundial las empresas han
volcado sus ojos hacia la perspectiva de ganancias rápidas con la producción de
agro-combustibles y la explotación del subsuelo. La Amazonía, la Orinoquía y la
extensa franja del Pacífico son los nuevos espacios ambicionados por el capital
para la extracción de ganancias, a como dé lugar.