Manuel Martorell |
No es ninguna exageración afirmar que la jornada electoral de este
domingo tiene un carácter histórico para la República fundada por Mustafá
Kemal Ataturk hace 90 años. La impresionante victoria del HDP (Partido Democrático de los Pueblos) no
solamente pone fin al proyecto presidencial e islamista de Tayip Erdogán,
sino que traspasa las fronteras turcas para convertir al pueblo kurdo en un
factor político internacional de primer orden, si se tienen también en cuenta
sus victorias frente a los islamistas, en este caso militares, en Siria e Irak.
Erdogán, que gobierna este país desde hace más de una
década, necesitaba 276 parlamentarios para modificar la Constitución a su
imagen y semejanza, introduciendo cambios políticos acordes con ese proyecto
presidencialista. Pero, para ello, necesitaba que el HDP no rebasara el 10 por
ciento de los votos a nivel nacional, requisito imprescindible para tener
representación parlamentaria. La realidad es que resultaba verdaderamente
difícil superar ese listón ya que la fuerza de la lista kurda se concentra,
lógicamente, en las provincias situadas en el extremo suroriental de la [región
de] Anatolia.