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Guillermo Iturbide | Eran socialistas de todo el mundo, los pocos que no apoyaban a sus respectivos Estados imperialistas en su guerra contra otros Estados de la misma índole. Los asistentes bromeaban que, 50 años después de que Marx fundara la Primera Internacional, los internacionalistas de todo el mundo “cabían en apenas cuatro coches”. El chiste no ocultaba un sabor amargo. Y a pesar de todo, “combatiendo a la historia con los puños”, allí se estaba poniendo la primera piedra de una nueva Internacional que protagonizaría apenas dos años después las grandes revoluciones obreras que terminarían con la carnicería imperialista.