“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

16/11/15

La masacre del 13 de noviembre en París

Esto es terrorismo... porque es en Francia
Ariel Mayo   |   La masacre perpetrada en París el pasado viernes 13 de noviembre es sólo el episodio más reciente de una serie interminable de atrocidades cometidas contra la población civil. Como es sabido, la sensibilidad de los medios de comunicación frente a las masacres es diferencial. Una cosa es la población perteneciente a alguna de las potencias capitalistas, y otra la población de alguno de los países de la periferia. La diferencia se potencia si la ciudad atacada es París. No es casual que los hechos del 13N hayan desatado una oleada insoportable de hipocresía. Por esto, el análisis de la masacre requiere dejar de lado el cúmulo de disparates, prejuicios y operaciones de prensa promovidas por los medios que sirven a los Estados y a las clases dominantes.

Arde París — François Hollande condena el terrorismo, pero le vende las armas

Francisco Álvez Francese   |   Después de que intentaran asesinarlo el 20 de julio de 1944, Adolf Hitler nombró a Dietrich von Choltitz comandante de las tropas alemanas en París. Choltitz llegó a la capital francesa en agosto con la orden de arrasar los monumentos y los museos, destruir los puentes sobre el Sena, ir casa por casa: dinamitar la ciudad. A mediados de ese mes, se dice, le llegó una llamada. El Fürher, dicen, y puedo imaginarlo con su voz obscena, gritó al tubo: “Brennt Paris?” (¿Arde París?). París no ardía. Se dice que el comandante fue convencido de salvar la ciudad por el cónsul sueco Raoul Nordling, que amaba, más que los edificios y las calles, lo que París representa. Aun bajo el imaginario fuego nazi, o bajo el fuego bastante más real de la jihad (y no estoy, bajo ningún concepto, equiparando el nazismo con Estado Islámico), París no puede arder. A la pregunta de Hitler, imaginada o verdadera, sólo se le puede responder negativamente, porque sobre la ciudad real, la hecha de concreto y plástico, acero y vidrio, piedra y argamasa, levantada y destruida por miles de obreros franceses o inmigrantes, siervos y esclavos a través de cientos de años, hay otra de palabras, de pinturas, de películas, de fotografías y música que levantaron Balzac, Céline, Caillebotte, Baudelaire, Cartier-Bresson, Modiano, Godard (por citar algunos nombres, no más).