Ernesto Joaniquina
Hidalgo | En la reciente producción cinematográfica del
director estadounidense Steven Soderbergh “Guerrilla” la ejecución a quemarropa
del Che es trabajada con la habilidad de la cámara subjetiva cuando se abre con
ímpetu resuelto la desvencijada puerta de aquel tugurio de adobe de La Higuera
y un aura casi imperceptible de partículas de tierra seca se filtran en su
interior, aquella señal tenía un presagio insólito a traición y pavura. Surge
al ras del dintel una sombra medrosa con aliento alcoholizado, con trémulos
pasos y cara desencajada de espanto, ingresa al recinto, lleva un fusil
automático en las manos y se acerca al prisionero que yacía maniatado
percibiendo su sentencia o quizá abstraído en sus pensamientos, vaya uno a
saber tal vez dedicando sus últimos recuerdos al pueblo cubano y a Fidel como
le anunciara en aquella carta de despedida si llegara su hora definitiva bajo
otros cielos.
Soderbergh es un director reconocido en el mundo del séptimo
arte y premiado por sus cintas Traffic y ErinBrokovich por los críticos de
Hollywood, reconocimientos que le dieron el aval para crear toda una
expectativa internacional desde el momento en que se rodó su proyecto
cinematográfico “El