“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

22/10/13

Ontología y subjetividad en la filosofía de Alain Badiou

Foto: Alain Badiou
Freddy Aracena  |  Para Alain Badiou, la filosofía no es posible en todo lugar y en todo momento, por el contrario, necesita de unas condiciones precisas para su surgimiento. Si lo que conocemos como filosofía nace en Grecia, y no en el lejano oriente u otro sitio, se debe a que sólo los griegos tuvieron la singularidad de interrumpir la experiencia de lo numinoso, en desacralizar el pensamiento (Badiou, 1990). Es por esta razón que el primer verdadero filósofo no es ni Tales, ni Heráclito o Parménides, sino Platón. Y toda verdadera filosofía debe ser platónica, esto es así, porque Platón fue el primero en articular correctamente las cuatro condiciones que hacen posible, una vez concluida la experiencia de lo sagrado, la filosofía. Estas condiciones o, como explicaremos más adelante, procedimientos genéricos son: el amor, el poema, el matema y la invención política. Y por lo cual sólo hay cuatro tipos de verdades: verdad amorosa, artística, científica y política. Platón al hacer composibles estas cuatro condiciones, hace posible el discurso que hoy conocemos como filosofía, y cuyos conceptos fundamentales, que nos permite distinguir la filosofía de cualquier otro tipo de pensamiento, son: el ser, la verdad y el sujeto (Badiou,

La política como pensamiento en la filosofía de Alain Badiou

Foto: Alain Badiou
Ignacio Gordillo  |  Este artículo trabaja la relación entre filosofía y política a partir de la obra de Alain Badiou. En contra de los presupuestos de lo que él llama la filosofía política tradicional, la propuesta del filósofo francés es la creación de una alternativa a la que denomina  metapolítica, la cual parte de la consideración de que la política  no pertenece solamente al orden de la práctica, sino que también  es un pensamiento generador de verdades políticas. Además,  para Badiou, dicho pensamiento es irreductible y condicionante  respecto del pensamiento filosófico, por eso advierte acerca de  los peligros que implica la confusión entre ambos.

1. Una filosofía del acontecimiento

Alain Badiou se destaca dentro de la escena filosófica contemporánea por ser uno de los pocos pensadores que se han opuesto con tenacidad al pensamiento filosófico de tinte relativista que postula el fin de las verdades, la caducidad de los grandes ideales (sobre todo, los políticos) y el final de la filosofía. Por el contrario, el filósofo francés afirma que hay verdades y que, en

Alain Badiou y la rehabilitación de la idea de comunismo como encuentro con los movimientos de emancipación colectiva de una época

Foto: Alain Badiou
Wenceslao García Puchades  |  Son varios los autores contemporáneos que han ubicado como fecha emblemática de la caída del comunismo el año 1989. En este año coinciden diferentes acontecimientos que simbolizan el fin de los regímenes comunistas en Europa del este y que anticipan el colapso del régimen existente en la URSS y la ruptura de su estructura multinacional. El año 1989 aparece así como la conclusión de una era en la que la historia del mundo se movió alrededor de las consecuencias de la Revolución de Octubre de 1917. Durante más de setenta años los gobiernos occidentales y las clases dominantes fueron acechados por el espectro de la revolución social y anticapitalista, encarnada principalmente en el temor al poderío militar de la URSS y sus repercusiones potenciales a nivel internacional. Pero todo esto ha terminado. El comunismo en Europa del este se ha disuelto o se está disolviendo, de la misma manera que la URSS que conocimos. Lo que llegue a ser la China cuando la última generación de la Gran Marcha haya muerto, tendrá poco que ver con Lenin y menos Marx (Hobsbawm, 1990; Maier, 1997).