“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

22/10/13

La política como pensamiento en la filosofía de Alain Badiou

Foto: Alain Badiou
Ignacio Gordillo  |  Este artículo trabaja la relación entre filosofía y política a partir de la obra de Alain Badiou. En contra de los presupuestos de lo que él llama la filosofía política tradicional, la propuesta del filósofo francés es la creación de una alternativa a la que denomina  metapolítica, la cual parte de la consideración de que la política  no pertenece solamente al orden de la práctica, sino que también  es un pensamiento generador de verdades políticas. Además,  para Badiou, dicho pensamiento es irreductible y condicionante  respecto del pensamiento filosófico, por eso advierte acerca de  los peligros que implica la confusión entre ambos.

1. Una filosofía del acontecimiento

Alain Badiou se destaca dentro de la escena filosófica contemporánea por ser uno de los pocos pensadores que se han opuesto con tenacidad al pensamiento filosófico de tinte relativista que postula el fin de las verdades, la caducidad de los grandes ideales (sobre todo, los políticos) y el final de la filosofía. Por el contrario, el filósofo francés afirma que hay verdades y que, en
consecuencia, la filosofía no está acabada, aunque tampoco pueda considerarse ya, como en otros tiempos, un saber autofundante. La filosofía es posible en nuestros tiempos, pero únicamente si se toma conciencia de que su desarrollo en torno a su categoría central de Verdad depende de ciertas condiciones exteriores a ella. En efecto, Badiou sostiene que:
antes de la filosofía, un ‘antes’ que no es temporal, existen las verdades. Estas verdades son heterogéneas, y proceden en lo real independientemente de la filosofía... Los cuatro lugares plurales donde se apoyan esas verdades son la matemática, el poema, la [invención] política y el encuentro amoroso. Tales son las condiciones fácticas, históricas o prerreflexivas, de la filosofía. (Condiciones58)
Estas condiciones que Badiou denomina procedimientos de verdad se corresponden con cuatro ámbitos de pensamiento (la ciencia, el arte, la política y el amor) que, según él, son los únicos susceptibles de producir verdades: solo hay verdad artística, científica, política y amorosa (Manifiesto13-15).1A su vez, se vale notar que estas verdades producidas por los cuatro procedimientos son supernumerarias respecto de lo que se enuncia, de cada uno de ellos, en la lengua de aquello que usualmente se denominan saberes (Wahl 26).Otro propósito fundamental de la afirmación del Badiou a favor de la existencia de verdades es discutir la postura dominante que afirma que en el mundo contemporáneo sólo existen cuerpos y lenguajes. En este sentido, declara dicho contraste con una expresión en el límite de la gramaticalidad: “no hay más que cuerpos y lenguajes, sino que hay verdades” (Lógica de los mundos 20). De ese modo, el filósofo francés desea señalar el complemento y, a la vez, la excepción que constituye una verdad respecto de lo que hay, es decir, la evidente materialidad de los diversos cuerpos y lenguajes; pues ella existe de modo incorpóreo y atraviesa las lenguas existentes como una Idea en el sentido platónico (aunque aquí no se declare que ella aparezca en otro mundo). Esa dimensión genérica y universal propia de la verdad significa, dice Badiou (La ética 53), que ella es necesariamente indiferente a la multiplicidad y a las diferencias de lo existente, pues es la misma para todos: “dado que las diferencias son lo que hay, y que toda verdad es un venir-a-ser de lo que aún no es, las diferencias son precisamente lo que toda verdad depone, o hace aparecer como insignificante”. Además, otro rasgo que el filósofo francés adjudica a las verdades es que son eternas en el sentido de que, aunque se produzcan en un tiempo empírico determinado, en cualquier otro tiempo o lugar continúa siendo integralmente inteligible que ellas son excepciones (Lógica de los mundos51). 
© Revista de Humanidades | Universidad Andrés Bello, Chile   
 
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