“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

16/7/15

El crecimiento de las desigualdades: causas y consecuencias

Desigualdad ✆ Eneko
Vicenç Navarro   |   Este artículo trata un tema de gran actualidad, como es el crecimiento de las desigualdades, presentando un punto de vista distinto al dominante en la cultura política y mediática del país en cuanto a sus causas, así como sus consecuencias. También subraya la importancia que tanto la tradición basada en Marx como la enraizada en Keynes, han tenido en el análisis y en la aplicación de esta interpretación del crecimiento de las desigualdades, centrándose en las desigualdades de clase, y muy en primer lugar en las causadas por el desequilibrio de fuerzas entre el mundo del capital y el mundo del trabajo.

Un elemento clave del conocimiento económico neoliberal (que domina la cultura mediática en temas económicos) es creer que las desigualdades de renta son esenciales para estimular el crecimiento económico, pues constituyen el hilo conductor del estímulo económico, basado en los incentivos que generan las desigualdades. La gente trabajará más y más a fin de subir en la escala social, y a más desigualdad, mayor será el camino para recorrer hacia arriba.

Apuntes de la crisis en Chile

Andrés Figueroa Cornejo    |   No tiene casi ninguna importancia que la Presidenta Bachelet se precipite inexorablemente cuesta abajo en las encuestas (68% de desaprobación según la consulta Adimark, mes de junio 2015). Ni que el sistema de partidos políticos dominante, Nueva Mayoría y Alianza por Chile, sea aprobado en su gestión apenas por un 15% de los consultados por la misma encuesta y en el mismo mes. ¿Por qué? Porque en la presente fase de la mundialización capitalista, de sus crisis y contradicciones internas, la democracia burguesa y liberal, como se conoció hasta los años 60 y 70 del siglo XX, ya no existe. De hecho, la corrupción generalizada del capitalismo y del sistema de partidos políticos chileno, en particular, es apenas una de las manifestaciones del ocaso de la democracia liberal, por una, y del control del gran capital sobre las viejas formas de representación electoral en cualquiera de sus niveles, por otra. Lo nuevo es que las grandes mayorías ya lo saben, independientemente de la incapacidad del movimiento popular descoyuntado de hacerle frente de manera políticamente eficiente.

Lo único que existe son, por un lado, grandes polos capitalistas centrales, concentrados y en disputa, fuerzas e intereses, desplegándose y replegándose en la totalidad del sistema-mundo, y economías periféricas y dependientes por el otro. El movimiento real del capitalismo se resuelve en su propia condición dictatorial. No por placer, sino que por necesidad histórica. Ni siquiera las formas de la antigua socialdemocracia tienen sitio en la guerra del capital hacia la configuración de monopolios condensados, como lo demostró la eventual restructuración de la deuda griega con más austeridad para el pueblo helénico.

Grecia – Un acuerdo forzado que no hay que apoyar

Jean-Luc Mélenchon   |   «Una pistola en la sien», según sus propias palabras. Tsipras firmó un «compromiso». Enseguida las trompetas elogiosas lanzaron la tradicional propaganda gubernamental para celebrar el papel de facilitador de Hollande, la fuerza de la «pareja franco-alemana» y para repetir los tópicos, los mantras y los chascarrillos habituales de los «euroidólatras».

La cruda realidad está, una vez más, a años luz de los pseudoanálisis de comentaristas que no entienden lo que ven, hablan de textos que no han leído y hacen reaccionar a los «responsables políticos» sin otras informaciones que las que dan esos más que dudosos intermediarios. En todas las pantallas la misma imagen: Angela Merkel frente a Alexis Tsipras flanqueada por Donald Tusk y François Hollande. Un espectáculo inaceptable. No solo para un francés, al cual es lamentable ver a ese lado de la mesa ¡Y por añadidura sentado al final del banco! Pero sobre todo para un europeo. Porque esa reunión se convirtió, sin ninguna crítica de los comentaristas, en una «instancia» sin ninguna legitimidad.