“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/10/15

Alvar Aalto / Arquitectura orgánica, síntesis y armonía

Alvar Aalto ✆ Rufus & Jason
Higinio Polo   |   “Todo lo que es superfluo se vuelve feo con el tiempo”, dijo Alvar Aalto, el arquitecto funcionalista orgánico que rechazaba el ascendiente de Le Corbusier o de Wright en su obra, y, en cambio, consideraba que las mayores influencias en su arquitectura venían de sus padres, de su infancia y de los lugares donde creció y se hizo adulto. Aalto, era hijo de un topógrafo y una funcionaria de Correos, hablaba sueco, y nació en el Imperio ruso. Cuando inició sus estudios de arquitectura en Helsinki, Finlandia era todavía territorio del imperio zarista, aunque la revolución bolchevique cambiaría las cosas. Era un hombre que estimaba a escritores como Anatole France y Ludwig Holberg, y quería capturar la estética, en una armonía con la vida arraigada en la soledad finesa, y repartía la luz y anudaba las necesidades humanas para crear una arquitectura multisensorial, donde los materiales ayudaban a dar satisfacción al habitante, al ser humano, en un minucioso espacio en cuya definición fue decisivo el trabajo de Moholy-Nagy con los materiales y la luz. Si hoy los arquitectos-estrella crean grandes edificios y conjuntos, semejantes a los grandes palacios y mansiones de siglos anteriores, Aalto insistía en los proyectos para viviendas.