“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

14/7/12

Las esculturas de Franz Xavier Messerschmidt / ¿Qué hay en el fondo de nosotros?

Juan Forn

En el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York hay una salita llena de trivia vienesa de fines del siglo dieciocho. Entre cucharas y platos y abanicos rococó hay un busto escalofriante hecho en estaño. Es una cabeza calva, de tamaño apenas mayor al de una cabeza natural, cosa que la hace doblemente inquietante, porque además es una cabeza gacha: para verle los rasgos hay que agacharse literalmente porque lo que nos ofrece si nos mantenemos erguidos es la nuca, la tensión de los tendones del cuello, la humillación desesperada de esa cabeza que rehúsa mirarnos. Lo primero que uno piensa frente a ella es que pide a gritos que la saquen de esa sala atiborrada de trivialidad. Lo segundo que uno piensa es lo que sería entrar en la misma salita y que sólo estuviera ese busto: las paredes desnudas, la luz baja y esa tremenda cabeza gacha. Y de ahí pasar a la salita siguiente, y de ahí a la siguiente, y de ahí a la siguiente, y ver así las sesenta cabezas que esculpió Franz Xavier Messerschmidt a fines del siglo dieciocho, en una cabaña perdida en Bratislava, luego de ser despreciado por “temperalmente inestable” en la corte de Viena.

El modelo de todas las cabezas era él mismo. Las hizo en estaño porque era el material más barato de fundición (no podía pagar hierro o bronce); algunas incluso quedaron en yeso; sólo pudo hacer un par de ellas en mármol, con material sobrante de encargos. Su propósito era abarcar las sesenta y cuatro expresiones posibles del rostro humano, es decir del alma humana, según creía Franz Xavier Messerschmidt que había demostrado Hermes Trimegisto, el padre del hermetismo, es decir de lo oculto. Por cosas así quemaban gente en esa época. Pero Messerschmidt estuvo nueve años sacándose los demonios de adentro sin que nadie le tocara un pelo. Digo sacándose los demonios de adentro porque trabajaba de la siguiente manera: en torso desnudo frente a un espejo, sometiéndose a tormentos corporales o psíquicos hasta obtener en su cara el gesto que estaba buscando, para proceder a modelarlo frenéticamente en arcilla con sus manos. Así día tras día, durante nueve años.

La alianza estratégica Brasil/Venezuela

Raúl Zibechi

El golpe de Estado en Paraguay puso en evidencia los cambios en la relación de fuerzas en la región sudamericana. La respuesta de Brasil de acelerar el ingreso pleno de Venezuela al Mercosur es un mensaje a Estados Unidos. Cuando el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva le dijo a Hugo Chávez tu victoria será nuestra victoria, estaba siendo fiel al libreto de la mayor y más sólida alianza sudamericana, la alianza estratégica entre Brasil y Venezuela.

Cuando Lula llegó al gobierno en 2003 se produjo un salto cualitativo en las relaciones bilaterales. En 2005 se definió la Alianza Estratégica Brasil-Venezuela y en 2007 comenzaron los encuentros presidenciales trimestrales, que se prolongaron hasta 2010, para profundizar la alianza que incluye la integración de infraestructura y la complementación productiva que va más allá de las alianzas clásicas, incluyendo la otra alianza estratégica que tiene Brasil en la región, con Argentina.

Uno de los principales resultados es un fuerte aumento del comercio. De los 800 millones de dólares que intercambiaban en 2003 se pasó a 5 mil millones en 2011. Además estrecharon vínculos institucionales con asesorías en políticas públicas, cursos de formación que incluyeron la instalación del prestigioso centro de pensamiento e investigación IPEA (Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas) y Embrapa (empresa estatal de investigación agropecuaria) en Caracas.

Datos sobre el xilófono

El xilófono es un instrumento musical de percusión. Cada lámina se afina según un tono específico (nota musical) de la escala cromática. Como se puede afinar, se trata de un laminófono de sonido determinado. El orden de las láminas es similar al orden del teclado del piano. El xilófono utiliza tanto la técnica de tambor afinable como la avanzada de mazos. Tiene un timbre más vivo que la marimba, y las notas se sostienen menos. Los xilófonos modernos incluyen láminas de percusión cortas.

Un xilófono con un registro más bajo que el registro de la marimba se llama xilorimba. El recurso más utilizado para el xilófono es el trémolo, que se obtiene percutiendo alternativamente con ambas baquetas sobre una misma lámina. El xilófono requiere un gran virtuosismo por parte del percusionista. Su técnica actual es muy compleja y precisa de un gran especialista. Su papel en la actual orquesta no es el de ofrecer un toque exótico a la obra, sino que es un timbre independiente y muy importante dentro del desarrollo orquestal.

Nagoya Marimba Ensemble
 Música para xilófono 
Su evolución en la orquesta clásica, para llegar hasta el xilófono actual, es larga y azarosa. Aparece en Europa a principios del S. XV denominado percusión de madera (Arnold Schild en 1511). En 1528 se describió por parte de Martín Agrícola un instrumento formado por barritas de madera (sobre unas 25) al que denominó "Strohfiedel", y un siglo más tarde Michael Praetorius hizo lo mismo con un instrumento de 15 láminas dispuestas en hilera en forma de pirámide. Pero los hechos más importantes para descubrir el Xilófono son los grabados de Hans Hobein donde aparece, en uno de ellos un xilófono suspendido del cuello de un joven y la publicación en 1695 en Bolonia de "IL modo facile di suonare el sistro nomato il Tímpano" donde aparecen melodías populares cifradas para ser tocadas con un xilófono de 12 barras.

1984 / La película sobre la novela homónima de George Orwell

Jesús Dapena Botero

El año 1984 llegó, sin que las cosas aparentemente hubiesen cambiado demasiado en relación con lo que se vivía en 1949, cuando se publicó la novela de George Orwell, tras su retiro la isla de Jura, donde redondearía su relato, el cual había empezado a rayar desde 1945, en los prolegómenos de la Guerra Fría. La isla de Jura debía resultar para el escritor un sitio alejado de la civilización y todo su malestar, para un hombre que pensaba que, tal vez, había que dar marcha atrás y retornar a un mítico pasado, donde hubiera lugar para el buen salvaje rousseauniano.

Tal vez, no percibíamos demasiado bien los cambios; de todas formas, no nos estábamos bañando en el mismo río.

Esa falta de registro era quizás, por esa sensación de continuidad que se da, en la medida en que los años parecieran estar tan bien empatados, que ni se nota el empalme del uno con el otro.

Al final: 1984
[Película completa]
En 1984, las guerras locales no cesaban; había luchas en el Golfo Pérsico entre iraníes e iraquíes; los bombardeos israelíes sobre el Líbano hacían sangrar y morir a sus gentes así, en Panamá, se firmara un anteproyecto de paz para Centroamérica, con la intercesión del Grupo de Contadora; sin embargo, en Europa había todo un despliegue de misiles soviéticos sobre Alemania Oriental, mientras en Suecia se inauguraba una conferencia para el desarme en Europa.

En Brasil, se exigía un retorno a la democracia y terminar de una vez por todas con el Régimen Militar, mientras en una Declaración en Caracas, España y varios países democráticos de Latinoamérica calificaban la Democracia como el mejor sistema político para los países de la región pero, paradójicamente, España compraba misiles antiaéreos a Europa y, en Asia, comandos palestinos no se quedaban quietos para atacar a Jerusalén y, en Afganistán, se producía una amplia ofensiva de las fuerzas soviéticas.

‘Doble play’ en Mercosur

Nuestro inmortal atleta Luis Aparicio,
en una característica jugada de "double play":
jugaba con los Medias Blancas de Chicago
Gustavo Márquez Marín

Especial para La Página
Desesperada ante el avance del movimiento popular que marchaba de la mano del gobierno  del Presidente Lugo, la oligarquía paraguaya  cayó en su propia trampa, al subestimar el talante democrático  de los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana que encabeza Venezuela, que teniendo distintos matices, comparten una profunda convicción democrática. La respuesta inmediata y contundente del MERCOSUR y la UNASUR de suspender los derechos de veto y voto de Paraguay  en ambos mecanismos de integración, por haber protagonizado un golpe de estado maquillado de legalidad, contrastó con la presencia tardía y descolocada del Secretario de la OEA, reflejando la decadencia del ya  anacrónico “ministerio de colonias”,  ante la fuerza  ascendente de la integración latinoamericana y caribeña.

La jugada de los gorilas paraguayos  con atuendos de tribunos resultó en un “doble play” que ellos nunca calcularon, al formalizarse con su exclusión temporal, el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, el cual ya había sido ratificado por los parlamentos de Argentina y Uruguay en el 2006 y de Brasil en el 2009. Al perder Paraguay  su derecho a veto, ejercido injustificadamente para bloquear a Venezuela, se produjo de facto la unanimidad requerida para que entrara en vigor el Protocolo de Adhesión que firmaron en Caracas el 4 de julio de 2006,  los Presidentes Kirchner, Lula, Duarte, Vásquez y Chávez.

Si bien estábamos en el MERCOSUR desde el 2004 por tener la condición de miembro asociado y  desde el 2006 con derecho a participar en todos los mecanismos del grupo -incluyendo el Parlamento y las negociaciones con terceros- no será sino hasta el 31 de julio próximo,  cuando disfrutaremos de la condición de estado parte con todos los derechos.

Gran parte de los productos que ingresan al país proveniente de MERCOSUR, en los últimos 8 años han tenido una desgravación arancelaria gradual. Muchos de ellos destinados a cubrir el déficit del mercado interno, permitiendo contener la inflación ante al incremento del consumo interno. No obstante, la incorporación plena de Venezuela al MERCOSUR es un desafío que obliga al gobierno a relanzar la industrialización mirando hacia el sur.  

El pueblo de España exige “¡democracia real, ya!”

Amy Goodman

Especial para La Página  
Luego del anuncio realizado el miércoles por el Presidente de España sobre los profundos recortes y las medidas de austeridad que aplicará para poder asegurar los fondos de la Unión Europea para rescatar a los bancos españoles que están al borde de la quiebra, el pueblo de España salió a las calles una vez más para exigir lo que denominan “¡democracia real ya!”. La medida tiene lugar una semana después de que el gobierno anunciara el lanzamiento de una investigación penal contra el ex presidente ejecutivo del cuarto banco más grande de España, Bankia, Rodrigo Rato. Rato es lo que se dice un pez gordo: antes de dirigir Bankia fue director del Fondo Monetario Internacional. Lo que los medios no mencionan es que esta investigación oficial del gobierno fue iniciada por la acción popular.

Oír, Mp3
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Al movimiento de indignados en España (el equivalente al movimiento Occupy estadounidense) se lo llama 15-M, por el día en que comenzó: el 15 de mayo de 2011. Conocí a uno de sus principales líderes la semana pasada en Madrid, el día en que se anunció la investigación de Rato. Me sonrió y dijo: 
“Por fin está sucediendo. Tal vez uno de estos tipos pague por sus actos. Porque nosotros, los ciudadanos, tenemos la impresión de que a ninguno de estos peces gordos jamás les sucederá nada. Hacen lo que quieren, roban, mienten y no pasa nada. Pero ahora, hoy, quizá suceda algo y me pone muy contento”.
El dirigente, Stéphane Grueso, es un activista y realizador cinematográfico que está haciendo un documental acerca del movimiento 15 de Mayo. Es un profesional talentoso, sin embargo, al igual que el 25 por ciento de la población española, está desempleado: