“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/11/12

Ascensión y caída de Stefan Zweig

A setenta años de la muerte de Stefan Zweig y su mujer, aparece en español la obra Ascensión y caída de Stefan Zweig, escrita por el psiquiatra brasileño Cláudio de Araújo Lima dos meses después del suicidio de la pareja. En ella, frente a la tesis más generalizada del suicidio como única salida a la situación a la que lo había llevado la guerra,  De Araújo trata de analizar la vida y muerte de Zweig apoyándose en el modelo de la enfermedad maníaco-depresiva, del que hace una exposición rigurosa y asequible a la altura del saber científico de la época, para después aplicarlo al prolífico autor austriaco, caminando tanto por su biografía como por las de los personajes que nos ha acercado.

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Las valoraciones, también éticas, que hacemos ya sea de Dostoievski o de Tolstoi, de Stendhal o de María Antonieta, de Casanova o de Hördelin, por citar algunos, no dejan de estar impregnadas en cierta medida de las versiones de sus vidas salidas de la pluma de Zweig, según De Araújo dulcificadas con excesivas dosis de piedad.


Stefan Zweig había ejercido en la Primera Guerra Mundial un pacifismo militante que intentó seguir manteniendo durante la Segunda, pero la diabólica contumacia de Hitler y sus aliados fue poco a poco transformando su inicial diletantismo, y toda su gloria de best-seller, en morbidez y pánico, que fueron a más cuando ya establecido en Petrópolis los alemanes torpedearon el primer buque brasileño, el Buarque, pareciendo que el planeta ya no tenía fronteras para Hitler.

Según la opinión mayoritaria esto fue suficiente para que Stefan Zweig no viera otra salida que el suicidio. La manera de adentrarse De Araújo en la cabeza de Zweig, con la agudeza del investigador y del crítico literario -aunque ya en la introducción rechace poseer tal cualificación-, hace de este libro algo muy especial. Por muy polémico que sea el tema, Ascensión y caída... se torna hoy una referencia fundamental para los amantes de quién fue amigo de Freud, Romain Rolland, James Joyce o Thomas Mann y declara en una de sus trece cartas de despedida estar feliz por abandonar un mundo que se había vuelto cruel y loco.


Pero quizá, motivo tan importante como la crueldad y la locura del mundo, para justificar su abandono, fuera no poder disfrutar de las condiciones materiales idóneas para finalizar las biografías de Montaigne y Balzac. Eso declara al establecer el pacto de muerte con su mujer, y, según De Araújo, cualquier otro ser humano de sesenta años que no se vise compelido por la atracción fatal de su polo depresivo no tomaría morfina, veneno para ratones o Veronal en una situación semejante, ni convencería a su ex-secretaria, treinta años más joven que él, de que lo acompañase en su aventura de destrucción, sobre todo cuando ella, en una de las dos únicas cartas de despedida, aduce como único motivo para poner fin a la vida su precaria salud de asmática.

Cláudio de Araújo, al aplicar el modelo de la enfermedad maníaco-depresiva a Zweig, llega a la conclusión de que su suicidio fue consecuencia del trastorno bipolar que padecía. Para ello hace uso de una prosa sugerente, en la que se refleja un espíritu abierto a las ciencias y a las letras y, dando muestra de ser gran conocedor de toda su obra, penetra en la vida de Stefan Zweig y en sus libros, poniendo de relieve ciertos aspectos de su manera de ser, que tanto explicarían la peculiar factura de sus novelas como los rasgos de benevolencia con los que impregna sus biografías, incluso cuando se trata de los personajes más antipáticos.

Ascensión y Caída... está escrita en 1942 cuando aún quedaba mucha guerra por delante. De ahí que De Araújo no soportara posturas nihilistas frente a la amenaza nazi, y por eso hace cuestión de justificar el suicidio del prolífico autor como consecuencia del cuadro maníaco depresivo que padecía, y no como una respuesta premeditada de impotencia frente al monstruo, por si tal actitud pudiese minar la moral de muchos de sus admiradores animándolos a sumarse a los ejércitos de desesperanza; para De Araújo Lima, Zweig no fue una víctima, indirecta, del nazismo.

Si tenemos en cuenta que Ascensión y caída... aparece datada en mayo de 1942, y que Zweig se suicidó el 22 de febrero del mismo año, el libro cobra su verdadero valor, convirtiéndose en un sugestivo complemento que ayuda a entender mejor sus personajes ficcionales y a interpretar ciertos sesgos introducidos en las complejas personalidades protagonistas de sus trabajadas biografías. La “Declaraçao” de despedida, la carta póstuma a Lotte –su primera mujer- y un epílogo de los editores, pequeña reflexión sobre su relación con los amigos de los últimos días y el suicidio en pareja, completan este libro que se nos presenta como una referencia indispensable para los muchos adictos a Stefan Zweig.

Cláudio de Araújo Lima (Manaos 1908, Río 1978) fue psiquiatra, novelista y ensayista. Entre sus novelas destaca Coronel de Barranco. Escribió varios ensayos de psicología social: Imperialismo e Angústia, Ensaios de Psicología Médica, Sexo e Amor y Amor e capitalismo, y dedicó estudios biográficos a Plácido de Castro, Getúlio Vargas y Stefan Zweig. Además, junto al psiquiatra argentino Gregorio Bermann fundó en 1951 la “Revista Latinoamericana de Psiquiatría”.