“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

4/10/12

Breve reflexión sobre la dialéctica

William James  Nacho Rúa
Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
La psicología analiza la parte material y la parte formal del hombre. En la tercera conferencia de William James, llamada “Hegel y su método”, aprendemos los modos en los que no opera la mente humana (preguntemos, como quería Wittgenstein, cuál no es el caso). ¿Qué es la racionalidad? Es una visión compartida por una tribu (sujeto-verbo-predicado). ¿Qué es la irracionalidad? Es todo lo que no se ajusta al orden de nuestra gramática, la cual ajusta la libertad de nuestro lenguaje (Philosohische Bemerkungen). Afirmar, negar y sintetizar, he ahí el juego dialéctico inaugurado por Hegel, enemigo valiente de Schopenhauer, quien abogaba por una estética visión del mundo.

Según William James no hay discípulos de Hegel que afirmen que la dialéctica es efectiva. Con todo, Karl Marx usó el método hegeliano para armar sus teorías, que resultaron verídicas. Marx pensaba en el "materialismo histórico" y en el "materialismo dialéctico". El primero es el dialecto de la materia, y el segundo es el dialecto de la historia. El primero habla de las cosas, y el segundo habla del tiempo. ¿Qué es primero, el tiempo o las cosas? ¿Qué reúne al tiempo con el espacio, que siempre está lleno de cosas? El lenguaje, es decir, el dialecto humano.

El lenguaje sigue siendo poético, recordémoslo. Y si el lenguaje sigue siendo poético, tenemos que aún no sabemos cómo hacer descripciones justas para entender los fenómenos. Marx decía que existían diversas temporalidades. La ética tiene su tiempo, es decir, su historia, y la estética y la lógica también tienen su tiempo. ¿En qué cambia todo esto la historia humana? Pues pensando así llegamos a la siguiente conclusión: no hay una historia humana, sino historias de las cosas.

Pocos entienden a Marx ("Todo autor es fácil si uno puede atrapar el centro de su visión", dice James). El centro de la visión de Marx se llamaba "plusvalía". ¿De dónde vienen los excedentes económicos y materiales? Vienen del trabajo histórico acumulado, que es invisible para el empírico. El proletario trabaja más rápido porque acumula saberes, saberes que multiplican la velocidad de la producción, saberes por los que el capitalista no paga. ¿Por qué los burgueses se niegan a aceptar el fenómeno de la explotación? Respondamos con una oración de Hegel, maestro de Marx: "Sería raro si la noción, el núcleo mismo de la mente, o, en una palabra, la totalidad concreta a la que denominamos Dios, no tuviera la riqueza suficiente para abarcar a una categoría tan pobre como la del Ser".

Ser es un hacer, es un actuar, es algo que se ve. La mente humana puede ver más allá de lo material, e imagina, e imaginando rebasa los límites de la razón. La explotación es invisible porque tiene lugar dentro del ser humano (in nobis fiunt). ¿Quién puede registrar los modos de aprendizaje de miles de personas que no están expuestas a los análisis de los pedagogos? Nadie. ¿El proletariado se da cuenta de cuánto aprende día a día? No. El proletariado tiene que vaciarse los bolsillos para amueblarse el cerebro (Gramsci), y  mientras lo hace el capitalista se hace más rico con el dinero de los bolsillos de los pobres.

Los proletarios no entienden del todo las teorías de Marx o de Hegel. ¿Por qué? Según James, esto es así porque Hegel se expresaba muy mal, tan mal que leyéndolo dan ganas de "tirarse de los pelos". Las ambigüedades hacen que la ciencia avance lenta, muy lentamente. Dice James: "Los enigmas intelectuales frustran nuestros sistemas científicos". La filosofía, decía Epicteto, nació de los enigmas, del asombro. Marx tomó con sus manos la economía clásica y descubrió, asombrado, que ésta era débil (la mesa no está hecha de electrones, apuntaba Wittgenstein).

"La verdad completa acerca de algo involucra más que a esa cosa", dicta James. La economía está, en buena parte, hecha de historia, de tiempo. ¿Cuántas acciones económicas hemos realizado a través del tiempo sin saber lo que hacíamos? Eso que no sabíamos que hacíamos, ¿desaparece sólo porque nuestra mente no es capaz de aprehenderlo? No. Todo saber tiene su lado negativo, su lado invisible o contradictorio, según la filosofía de Hegel.

James cuenta que la "lógica dialéctica" sustituyó a la "lógica de la identidad", siendo la última la educadora de Europa. Ahora no importa Aquiles y no importa Héctor: hoy importa la lucha de clases, la síntesis que hubo entre ambos héroes, lo cual elimina la identidad de ambos guerreros (y elimina, en apariencia, la desigualdad entre el proletario y el burgués). Para Hegel la filosofía no era una simple actividad empírica, sino una actividad intelectual. Su antípoda, Schopenhauer, creía todo lo contrario. Parménides fue uno de los fundadores del ‘principio de identidad’, pues postuló que un ser, para ser-lo, tiene que ser infinito, inamovible y demás. Según esta lógica sólo podemos ir de identidad en identidad y dejando vacíos entre cada concepto. Pero Hegel creía que todos los objetos pueden coligarse sin dejar vacíos.

La misión de toda ciencia nueva es hacer sus propias distinciones (Lire le Capital), sus propias identidades, para después ligarse a otras ciencias. Si una ciencia no se liga a las demás provoca que el ser humano caiga en cegueras (Summum Jus, summa injuria). A debe hacer que B no exista, debe dominarla o aliarse con ella. No temamos que una identidad muera. Los griegos decían que no debemos temerle a la muerte, pues vivos no estamos muertos, y muertos ya no podemos sufrir. Regresemos a los clásicos. Heisenberg leía a los clásicos, Demócrito creía en la unión amorosa de los átomos, y Cicerón escribió un libro sobre todas las cosas.