“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

8/3/13

Hugo Chávez: Una vida consagrada a la causa de los pobres

Oración fúnebre por Hugo Chávez / El comandante de los pobres

María Toledano

La muerte del presidente Hugo Chávez, Comandante de los pobres de Latinoamérica, nos encuentra de noche, hastiados tras un día más de miseria cotidiana y pútrido Occidente. Su fallecimiento nos encuentra a oscuras, lloviendo, indígena Caronte mágico, embajador de lo diverso, y de golpe certero, implacable enfermedad, acaba, al menos por unas horas, con la esperanza de los condenados de la tierra. Lágrimas de papel, tristeza y humedad tropical, corren por los barrios de Caracas, lamentos -como infinitas elegías- caen por las laderas, por los cerros, hasta inundar de sincero dolor las avenidas del centro, de Altamira. Bajaron una vez, mujeres y hombres, niños, armados de valor y palos, utensilios de cocina, para salvarte de las garras de la tiranía blanca, del golpe de estado petrolero, Comandante, y bajarán de nuevo, con las plurales tonalidades de lo negro en sus rostros, bajan ya de los cerros, del 23, de todos, a rendirte un homenaje consciente, fraternal. El luto se extiende por América, un luto intenso, del color del petróleo.

Hugo Chávez, el niño pobre de Sabaneta

Luis Hernández Navarro

Hugo Chávez fue un personaje de carne y hueso sacado de la más fantasiosa novela de Gabriel García Márquez. Niño pobre de Sabaneta ([población cercana a la] capital del estado Barinas) que juró no traicionar su infancia de escasez y precariedad, aprendió desde muy pronto a sembrar y vender golosinas. Hijo de maestros de primaria que creció con su abuela Rosa Inés y otros dos de sus hermanos, vivió en una casa de palma, con pared y piso de tierra, que se inundaba con la lluvia. Menor que soñaba con ser pintor y que traía en el alma la fantasía de jugar beisbol en las Grandes Ligas, se nutrió toda su vida de sus orígenes humildes. De la mano de su abuela, a la que llamaba Mamá Rosa, aprendió a leer y escribir antes de entrar a primer grado.

Chávez para siempre

Gustavo Márquez Marín
  • “Nos dicen los amigos del molino que acaba de morir el molinero. Enrique el grande ha muerto. No hay que llorar la muerte de un viajero. Hay que llorar la muerte de un camino".  Andrés  Eloy Blanco
Especial para La Página
Seguramente,  quienes desearon su muerte estarán frotándose las manos, celebrando la partida temprana del Camarada Hugo. Su miopía proverbial jamás les permitirá ver más allá del nicho de su conciencia alienada,  inoculada de un odio patológico por el mass media,  para apreciar en el corto plazo la dimensión de su legado histórico. Es la tragedia de quienes están atrapados, flotando  en el vacío de una dimensión individual ingrávida, en la que la ternura y los sueños de justicia y libertad están proscritos.